ROMA, 3 noviembre 2003 (ZENIT.org).- La reina Cristina de Suecia (1626-1689) protagoniza una muestra dedicada a su reinado, fecundo a nivel cultural y literario.
La exposición presentada en el Palazzo Ruspoli de Roma reúne 150 piezas que permiten descubrir las costumbres de este país escandinavo entre los siglos XVII y XVIII.
La reina Cristina de Suecia fue una excepción en su época. Dio un impulso muy fuerte al mecenazgo, al arte y a la literatura, y dijo ya desde joven que no quería casarse.
Se convirtió al catolicismo y en ese momento abdicó del trono, en 1654. Abandonó Suecia y se fue Roma, donde transcurrió la mayor parte de su vida, en contacto continuo con los papas de su época. Tuvo un papel significativo en la elección del sucesor del Papa Alejandro VII, el papa Clemente IX.
En su conversión al catolicismo, fue central el contacto que tuvo con el prepósito general de los jesuitas, Francesco Piccolomini.
Esta joven reina fue a Roma solo siete años después del triunfo de los protestantes en la Paz de Westfalia. Su visita a Roma representó una gran victoria para el papado, según explican Agneta Lundström, Barbro Bursell y Soldrid Söderlind, directores de varios de los museos que han cedido obras para esta ocasión.
Los actuales reyes suecos, Carlos XVI Gustavo y la reina Silvia inauguraron esta exposición el pasado 28 de octubre en Roma, en la sede de la Fundación Memmo, situada en el Palazzo Ruspoli de la Vía del Corso, arteria central de la ciudad.
La exposición empieza con un gigantesco mural en blanco y negro con la vegetación típica sueca, y se adentra en la historia de la dinastía sueca a través de sus ricas colecciones y muestra el contacto entre Estocolmo y Roma, sobre todo a partir de los intercambios culturales.
Destacan varios retratos de la reina Cristina, bustos, vestidos y espadas del rey Gustavo II Adolfo, un óleo sobre tela con Venus y Adonis, de Cornelis Cornelisz, el baldaquín de coronación de la reina y un cuadro de Peter Paul Rubens, «Las Tres gracias con un cesto de rosas».
El rostro de una joven sirvienta, escogido como motivo de la exposición, es de Rembrand Harmensz van Rijn.
La exposición, única en su género, que ha requerido varios años de preparación, estará abierta al público hasta el 15 de enero del 2004.
Más información en http://www.palazzoruspoli.it.