Dolor y denuncia del episcopado de Colombia por el asesinato de dos sacerdotes

BOTOGÁ, 10 noviembre 2003 (ZENIT.org).- En nombre de la Conferencia Episcopal de Colombia, su vicepresidente, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, ha manifestado su dolor y repulsa por los asesinatos, con pocas horas de diferencia, de dos sacerdotes el martes pasado.

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Igualmente, en el Comunicado difundido el viernes pasado, manifiesta el pésame del episcopado de Colombia por la muerte de la joven Maritza Isabel Linares Quiñones, asesinada en Saravena –junto al padre Saulo Carreño Hernández– «y a las familias de la víctimas del acto terrorista perpetrado en Florencia con una casa bomba».

En su nota, el prelado denuncia que la violencia en el país se ha cobrado en los últimos tres años la vida de veinte sacerdotes, hace un llamamiento por el respeto a la vida y pide la conversión de los criminales.
Presentamos a continuación el texto íntegro del comunicado.

* * *

CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA
COMUNICADO DEL VICEPRESIDENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

El Episcopado Colombiano lamenta y deplora el asesinato del Reverendo Padre Saulo Carreño Hernández, Párroco de la Iglesia de Cristo Rey en Saravena (Arauca) y del Reverendo Padre Henry Humberto López Cruz, Párroco de la Iglesia de San Joaquín y Santa Ana en Villavicencio (Meta), víctimas de la violencia y la intolerancia que afligen tan duramente al pueblo Colombiano.
Expresamos nuestra solidaridad a los señores Obispos y Presbiterios de las Diócesis de Arauca y Villavicencio, así como a los familiares de los dos hermanos sacerdotes, y compartimos el sufrimiento del pueblo araucano y del Meta que han vivido un largo vía crucis de violencia y terrorismo.
Estos dos Sacerdotes se unen a la ya larga lista de hombres y mujeres que han sido vilmente asesinados por quienes, sin reparar en el daño que le causan al país, dan rienda suelta a sus instintos criminales.

La Iglesia, que ha pagado la alta cuota de veinte sacerdotes asesinados en los últimos tres años, seguirá clamando por la reconciliación y el perdón como condición para aclimatar una paz duradera y estable.
Al deplorar la muerte violenta de nuestros hermanos sacerdotes, extendemos nuestra voz de condolencia también a los familiares de la Joven Maritza Isabel Linares Quiñones asesinada en Saravena, y a las familias de la víctimas del acto terrorista perpetrado en Florencia con una casa bomba.
Nunca dejaremos de clamar por el respeto a la vida y porque el Señor toque el corazón de quienes ignoran y desprecian el mandato divino: «No matarás». Recuerden ellos que «la sangre derramada grita a Dios desde la tierra»

Bogotá, D.C., 7 de noviembre de 2003
+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal

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ZENIT Staff

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