NUEVA YORK, 22 noviembre 2003 (ZENIT.org).- El 20 de octubre, el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas publicaba su segundo Informe sobre Desarrollo Humano Árabe. Con el subtítulo «Construyendo una Sociedad Consciente», el informe revelaba que los países árabes necesitan con urgencia invertir en educación y fomentar la actividad cultural si quieren evitar empeorar su creciente crisis de conocimientos.
El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas aclaraba que habían sido eruditos del mundo árabe quienes habían preparado el informe. La preparación implicó un proceso cooperativo que contó con la colaboración de 40 autores y 20 consejeros y revisores, de diversos sectores de los países árabes.
El informe revelaba una serie de factores que contribuyen al déficit de conocimientos a que hacen frente los países árabes.
— Muchos niños no tienen acceso todavía a la educación básica, observa el informe. «Extender la educación implica bajar las matrículas, y el gasto público en educación ha caído desde 1985». El informe añadía: «El desafío más importante al que hace frente la educación árabe es el descenso de la calidad».
— Menos de uno de cada 20 estudiantes de las universidades árabes sigue disciplinas científicas, mientras que en Corea del Sur la cifra es de uno de cada cinco.
— Hay una ausencia casi total de investigación avanzada en campos tales como la tecnología de la información o la biología molecular. Además, el gasto en investigación y desarrollo estatal no supera el 0,2% del producto nacional bruto.
— Los países árabes se estima que tienen 371 científicos investigadores e ingenieros por un millón de ciudadanos, en comparación con la media global de 979 por millón.
— Las naciones árabes también sufren una continua fuga de cerebros, con gran número de profesionales que emigran a Occidente. Entre 1998 y 2000, por ejemplo, más de 15.000 doctorados árabes emigraron al extranjero.
— El acceso a los medios digitales está entre los más bajos del mundo. En esos países apenas hay 18 ordenadores por cada 1.000 personas, en comparación con la media global de 78,3 ordenadores. Sólo el 1,6% de la población árabe tiene acceso a Internet, en comparación con el 68% del Reino Unido y el 79% de Estados Unidos.
— En cuanto a los medios tradicionales, hay menos de 53 periódicos vendidos por cada 1.000 ciudadanos árabes, en comparación con los 285 periódicos por cada 1.000 personas de los países desarrollados. En la mayoría de los países árabes los medios operan en un ambiente que restringe drásticamente la libertad de expresión. «Los periodistas hacen frente a hostigamiento ilegal, intimidación e incluso amenazas físicas. La censura es común, y algunas veces los periódicos y canales de televisión se cierran arbitrariamente», establece el informe. Además, la mayoría de las estaciones de radio y televisión son de propiedad estatal.
— El número de libros traducidos, un importante factor que está detrás de la transferencia de conocimientos, es extremadamente bajo. No se han traducido más de 10.000 libros al árabe durante todo el pasado milenio, una cantidad equivalente al número de los traducidos al español cada año.
— La producción interna de libros es también escasa. Los árabes constituyen el 5% de la población mundial, sin embargo producen sólo el 1% de los libros del mundo, y el 17% de la producción es de libros religiosos, en comparación con el 5% del resto del mundo. En 1996, por ejemplo, los países árabes produjeron no más de 1.945 libros de literatura y artísticos –el 0,8% de la producción mundial– a pesar de que hay 280 millones de lectores en los 22 países árabes.
— El informe también identificaba una «severa crisis» en la enseñanza de la lengua árabe. Esto implica una negligencia creciente de los aspectos funcionales, con un deterioro de la lengua. Según el informe, las clases de árabe se reducen con frecuencia a escribir a expensas de la lectura. Y el árabe clásico «ha dejado de ser en la realidad una lengua hablada».
Hostil a la cultura moderna
A parte de las causas económicas y políticas que obstaculizan la educación en los países árabes, el informe también trata la hostilidad de algunos elementos dentro del Islam hacia la modernidad que ha llevado al rechazo del conocimiento y el progreso contemporáneos.
En el pasado, los países árabes eran hogar de una floreciente cultura intelectual, observa el informe. Los intelectuales árabes fueron el instrumento para preservar y traducir muchas obras de la enseñanza griega clásica, que de otra manera se habrían perdido para Europa. Después, a principios del siglo XIX, el mundo árabe se abrió a la ciencia y a la literatura que venían del mundo occidental.
Pero más recientemente, comenta el informe, «los progresos políticos en la región y la ausencia de canales políticos pacíficos y efectivos para tratar las injusticias en el mundo árabe ha empujado a algunos clérigos islámicos a dar preferencia a los objetivos políticos sobre los culturales y sociales del Islam».
Asimismo, algunos países han sido testigos de una alianza entre los regímenes políticos represivos y los eruditos conservadores religiosos que «ha dado lugar a algunas interpretaciones del Islam que son hostiles a la libre investigación y a la búsqueda del conocimiento racional».
Los autores del informe consideran que tales grupos «no son representativos de la auténtica cultura árabe». Y el informe pide que la religión y la educación «se liberen de la influencia política y de la influencia de los movimientos radicales».
El informe también se muestra crítico con los países occidentales. Observa que a consecuencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, algunos países han adoptado medidas de seguridad que hacen en ocasiones difícil que los árabes y musulmanes estudien y viajen por el extranjero. Se han interrumpido también los intercambios culturales. El informe citaba datos de las misiones diplomáticas árabes que indican que el número de estudiantes árabes en Estados Unidos en el 2002 ha caído un 30% desde 1999.
Los cinco pilares
El informe pide que se supere tanto la cerrazón de Occidente como la tendencia de algunos elementos dentro de los países árabes a rechazar la cultura extranjera. «La verdad es que la cultura árabe no tiene elección si no es engancharse de nuevo a la experiencia mundial», dice el informe.
Como parte de la solución del déficit de conocimientos el informe propone una reforma basada en «los cinco pilares de una sociedad árabe consciente». Son los siguientes:
— Garantizar las libertades clave de opinión, expresión y asamblea a través de un gobierno delimitado por la ley. El informe afirma que un clima de libertad es el requisito esencial para una sociedad consciente.
— La completa difusión de la educación de alta calidad. El informe pide que la educación básica sea universal y se extienda a todos en 10 años. Recomienda que se preste especial atención a la enseñanza de la niñez y que se cree un sistema de enseñanza que cubra toda la vida.
— Promover la ciencia, la investigación y el desarrollo de cosecha propia, y se sume a la revolución de la información. El informe pide que se anime la investigación a través de la financiación y las instituciones. Los gobiernos árabes deberían establecer redes ligadas a los sectores públicos, privados e internacionales.
— Dar un vuelco rápido hacia la producción basada en el conocimiento y el valor añadido. Esto significa desarrollar las capacidades cognoscitivas y tecnológica y diversificar las estructuras económicas y los mercados.
— Desarrollar un modelo árabe de conocimiento auténtico, abierto y luminoso. El informe pide que se «libere
a la religión misma de la explotación política y que se respete la enseñanza independiente». También recomienda que se vuelva a las energías intelectuales de la herencia cultural árabe, promoviendo la diversidad cultural en la región y abriéndose a otras culturas del exterior.
El poner en práctica estos objetivos no será fácil en el actual contexto político. Tras la independencia, observa el informe, «muchos países árabes cayeron bajo regímenes políticos nacionales que han demostrado un escaso progreso en el estilo autocrático de la historia antigua y más reciente». Como resultado, las libertades sociales e individuales se han restringido. Además, con muchas de las economías dependiendo de la producción y exportación de petróleo, se da poco valor a la cultura y a la educación.
El informe concluye haciendo un llamamiento a la apertura, basada en «un intercambio inteligente y generoso con las culturas y civilizaciones no árabes». Tras la dura lección recibida por el mundo en los últimos años, el éxito o fracaso de esta tarea afectará tanto a los países árabes como a los no árabes.