El camino de la arquidiócesis de Boston hacia su curación

Entrevista con el arzobispo Sean O’Malley cuatro meses después de su llegada

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WASHINGTON, 27 de noviembre de 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- Han pasado casi cuatro meses desde que el arzobispo Sean O’Malley tomó posesión de la archidiócesis de Boston, profundamente turbada por los escándalos (y el «escandalismo») atribuidos a sacerdotes.

De larga barba blanca, ojos azules de irlandés y 59 años, monseñor O’Malley, con su hábito de fraile capuchino, hace un primer balance de su ministerio en Boston en esta entrevista.

–El día de su entronización como arzobispo, pidió personalmente perdón a la comunidad de Boston a pesar de que usted, individualmente, era totalmente ajeno a la crisis. ¿Por qué?

–Monseñor O’Malley: La única manera de llegar a un camino de auténtica reconciliación pasa por asumir las responsabilidades de los propios hermanos y por no tener miedo del sufrimiento y de las humillaciones que vendrán. Sólo si vivimos todos juntos –obispos, sacerdotes y laicos– hasta el final este rito penitencial podremos convertirnos en una Iglesia más fuerte y más santa.

–¿Cuáles han sido los primeros pasos que se han dado para recuperar la confianza de los fieles minada por los escándalos, así como por el «escandalismo»?

–Monseñor O’Malley: Antes que preocuparnos por la imagen de la archidiócesis está el deber de restablecer la credibilidad y de completar el proceso de reconciliación con las personas que han quedado heridas. He tratado de hacerlo entablando un diálogo con todos. Me he encontrado personalmente con personas que se han declarado víctimas de abusos y he ido en varias ocasiones a las parroquias donde el sacerdote había sido destituido a causa de acusaciones de abusos sexuales.

–¿Qué es lo que ha visto en estas situaciones?

–Monseñor O’Malley: Personas que sufren, heridas, confundidas, que no saben por dónde comenzar para reconstruir la vida de su comunidad y confirmar a la Iglesia como centro de su vida. Pero muchos quieren hacerlo. Los fieles han sido muy acogedores. No he percibido sospechas. He escuchado sus exigencias, les he preguntado qué es lo que piden ahora, y la respuesta, en la mayoría de los casos, ha sido: concéntrense de nuevo en la misión auténtica de nuestra Iglesia local, sin distracciones, y esto nos ayudará a avanzar hacia la curación.

–¿Qué respuesta ha tenido de parte de los sacerdotes?

–Monseñor O’Malley: Dentro del clero, el trabajo más importante hay que hacerlo con los sacerdotes jóvenes, pues muchos de ellos se han desmoralizado por el escándalo y por los efectos que ha tenido en su ministerio. También en este caso es importante mantener abierto el diálogo y ofrecer servicios de consulta, retiros, textos sobre los que se puede reflexionar.

Para responder a los problemas más prácticos, por otra parte, hemos trabajado a fondo para alcanzar un acuerdo único de compensación con todas las víctimas, que será terminado en diciembre.

–Y, ¿qué han hecho en el frente de la prevención?

–Monseñor O’Malley: Hemos revisado nuestro programa de formación de los sacerdotes e instituido un proceso de selección más atento en los seminarios. He hablado también con muchos expertos para comprender más a fondo las causas del problema.

–¿Ha descubierto en su diócesis otros problemas que habían quedado en la sombra durante la crisis?

–Monseñor O’Malley: Hay muchos problemas económicos, por ejemplo. Por encima de todos ellos, destaca la necesidad de contar con fondos para las escuelas católicas, que son desde siempre el orgullo de Boston. Pero es urgente la necesidad de volver a configurar las parroquias. En las diócesis del noreste de Estados Unidos, como la nuestra, hay dos o tres iglesias por barrio en la ciudad, pero pocas en las afueras. Esas pequeñas ciudades han perdido a muchos fieles y les cuesta permanecer en pié, pues hacen falta más fuerzas en el cinturón suburbano. Por lo tanto, tenemos que reagrupar algunas parroquias para redistribuir mejor los recursos.

–¿Comparte Boston la generalizada crisis de vocaciones que se da en muchas diócesis estadounidenses?

–Monseñor O’Malley: Tenemos dos grandes seminarios y uno, de hecho, ha experimentado una reducción de los candidatos, pero el otro está en pleno «boom». Quiero comprender más de cerca cuáles son los motivos.

–¿Cómo piensa intervenir?

–Monseñor O’Malley: Antes que a los seminarios, hay que tratar de que la gente vuelva a la parroquia. Estamos preparando una campaña de comunicación para volver a explicar con sencillez a quien se ha alejado cuál es nuestra misión, qué es lo que representamos para la sociedad.

–¿Cuál es el mensaje que quiere dejar a los jóvenes?

–Monseñor O’Malley: Somos conscientes de la enorme sed de espiritualidad que se da entre los jóvenes y para responder estamos haciendo mucho en las universidades. En programa, tengo previsto aumentar ulteriormente las propuestas espirituales y de oración en las universidades. Otro canal son nuestras escuelas superiores. Tenemos 125.000 estudiantes en «High School» en la diócesis, es un sistema escolar enorme.

–Se le ve optimista ante la posibilidad de restablecer pronto un clima de confianza en la diócesis…

–Monseñor O’Malley: Digamos que tengo confianza. Una confianza que procede sobre todo de la enorme cantidad de oraciones que hemos recibido de todo el mundo. La oración nos ayudará a encontrar el camino justo hacia la curación completa.

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ZENIT Staff

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