CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 15 enero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II propuso este jueves el camino de la construcción de la «Civilización del amor» «para prevenir toda forma de violencia» y subrayó ante las autoridades de la región italiana del Lacio, del ayuntamiento y de la provincia de Roma la necesidad de «superar juntos tensiones y conflictos» y «luchar unidos contra el terrorismo».
Con ocasión del tradicional intercambio de felicitaciones por el año recién comenzado, el Santo Padre recibió al presidente de la Junta de la Región del Lacio –Francesco Storace (centro-derecha)–, al alcalde de Roma –Walter Veltroni (centro-izquierda)–, al presidente de la provincia de Roma –Enrico Gasbarra– y a los administradores de dichas circunscripciones.
«Las dificultades que marcan la actual situación del mundo se advierten también en esta tierra nuestra», pero son precisamente los momentos difíciles «en los que pueden y deben surgir más claramente las energías positivas de una población y de sus representantes», reconoció el Papa ante los presentes.
«A vosotros, por lo tanto, me agrada renovar la calurosa invitación a la confianza y a la cohesión solidaria que en repetidas ocasiones he dirigido al pueblo italiano», prosiguió.
«Es indispensable la aportación de cada uno para construir una sociedad más justa y fraterna», exhortó el Papa a los políticos presentes.
«Es necesario –advirtió– superar las tensiones y los conflictos; es necesario luchar unidos contra el terrorismo que, desgraciadamente, no ha dejado de afectar también a nuestra amada ciudad».
El Santo Padre señaló entonces el camino para derrotar y prevenir toda forma de violencia: «comprometerse a construir la “Civilización del amor”», cuyo lugar prioritario de realización es la familia, donde la persona «puede experimentar el calor del afecto y crecer de forma armónica».
De ahí que sean «acogidas favorablemente las opciones políticas y administrativas idóneas para sostener el núcleo familiar, considerado como “sociedad natural fundada sobre el matrimonio”, según el dictado de la Constitución Italiana», aclaró el Papa.