CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 15 enero 2004 (ZENIT.org).- Al recibir a las autoridades de la región italiana del Lacio, del ayuntamiento y de la provincia de Roma, Juan Pablo II destacó este jueves la importancia de las opciones políticas y administrativas que sostengan a la familia porque es el «lugar prioritario para realizar la “Civilización del amor”».
«El camino para derrotar y prevenir toda forma de violencia es el de empeñarse en construir la “Civilización del amor”», observó el Papa ante el presidente de la Junta de la Región del Lacio –Francesco Storace–, el alcalde de Roma –Walter Veltroni–, el presidente de la provincia de Roma –Enrico Gasbarra– y los administradores de dichas circunscripciones con ocasión del tradicional intercambio de felicitaciones por el año recién comenzado.
«El amor, de hecho, –lo he subrayado en el mensaje para la reciente Jornada Mundial de la Paz– es “la forma más alta y más noble de relación de los seres humanos entre sí”», recordó el Santo Padre.
«¿Cómo no pensar en la familia como lugar prioritario para realizar la “Civilización del amor”? La familia –advirtió– representa el espacio humano en el que la persona, desde el inicio de su existencia, puede experimentar el calor del afecto y crecer de forma armónica».
«Precisamente por eso –observó el Papa– son acogidas favorablemente las opciones políticas y administrativas encaminadas a sostener el núcleo familiar, considerado como “sociedad natural fundada sobre el matrimonio”, según el dictado de la Constitución Italiana (artículo 29)».
En este contexto se enmarcan las medidas que han introducido estas administraciones respecto a las familias con hijos en los primeros años de vida o para cooperar en el papel primario de la institución familiar en la educación de los hijos, un objetivo donde «la escuela tiene una importancia fundamental», apuntó.
«La Iglesia –recordó el Santo Padre– se alegra de contribuir con sus instituciones educativas, que desempeñan un apreciado papel social y que tienen, por ello, derecho a ser apoyadas».
Juan Pablo II mencionó además la necesidad de «intervenciones concretas» ante quien se encuentra en gran necesidad, los ancianos en soledad, los menores abandonados, los sectores sociales más débiles –como el de los inmigrantes– y la juventud, que «espera ser educada en la justicia, la solidaridad y la paz».
«Las parroquias, las comunidades religiosas, las instituciones católicas y el voluntariado seguirán ofreciendo en Roma, en la provincia y en todo el territorio regional, su contribución capilar, poniendo a disposición todo recurso humano y espiritual», concluyó el Papa.