Sesenta años del Movimiento de los Focolares vistos por un codelegado

Habla el codelegado del Movimiento de los Focolares en España

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MADRID, domingo, 18 enero 2004 (ZENIT.orgVeritas).- El Movimiento Focolar, fundado por la italiana Chiara Lubich, ha cumplido sesenta años. Con este motivo el Papa Juan Pablo II ha hecho público un mensaje dirigido a los miembros del Movimiento, propiamente llamado la Obra de María, que tiene por carisma el diálogo y la comunión.

La Obra de María involucra hoy a cuatro millones y medio de personas en 182 países y cuenta con más de dos millones de adherentes y simpatizantes. Está abierta, en distintos grados de pertenencia, a sacerdotes, consagrados y seglares.

Así lo narra en esta entrevista concedida a «Veritas» Carlos Saura, codelegado del Movimiento de los Focolares en España.

–¿Cómo han preparado el sesenta aniversario de su fundación?

–Carlos Saura: Estas Navidades estuvimos reunidos en Roma unos 3000 focolarinos y focolarinas con Chiara Lubich para el encuentro anual que hacemos. Es como un retiro. Chiara da un tema espiritual y también se hace una experiencia de comunión entre los representantes de distintos países donde el Movimiento está presente.

Fue una experiencia muy bonita y rica. Por un lado, Chiara nos hablo de la unión con Dios. A los asistentes nos pareció que Chiara destilaba toda su experiencia de unión con Dios, que ha sido la que ha generado la difusión del Movimiento por el mundo.

Además, durante este encuentro ha habido una experiencia de intercambio –de comunión muy rica– entre los representantes del Movimiento en Estados Unidos, en Sudamérica, en Bagdad, en Europa… En los 182 países donde estamos presentes.

Una de las cosas que constaté fue, como se confirmaba que la presencia del Movimiento, allí donde estamos, es una presencia que intenta crear oasis de fraternidad. Viví la presencia de una comunidad que trata de dar testimonio de lo que podrían ser las relaciones humanas si la fraternidad fuese la ley que rige estas relaciones.

–Con motivo del aniversario, ¿les ha encomendado alguna tarea particular
el Santo Padre?

–Carlos Saura: Efectivamente, en una carta preciosa de tres páginas que el Papa Juan Pablo II mandó a Chiara Lubich con motivo de este sesenta aniversario. En esta, Su santidad expresaba a Chiara la importancia de los movimientos eclesiales en la Iglesia de hoy para la labor que ésta tiene que realizar en medio del mundo.

Refiriéndose a nosotros, decía, en estos sesenta años el Movimiento de los Focolares, a través de sus miembros, se había convertido en apóstol del dialogo. Vosotros sois –decía el Papa– apóstoles del dialogo entre todas las fuerzas de la Iglesia católica; entre todas las denominaciones cristianas; con personas de otras religiones; e incluso con personas, que aun no teniendo un punto de referencia religioso en sus vidas, creen en los valores que nosotros, a través del Evangelio, tratamos de difundir.

Para Chiara y para todos nosotros ha significado mucho esta carta del Papa. Ha servido para definir esta labor que nosotros, como expresión de la Iglesia, llevamos adelante en todo el mundo.

–¿Qué supuso la visita de Chiara Lubich del año pasado para la comunidad Focolar presente en España?

–Carlos Saura: El año pasado tuvimos la alegría de tener a Chiara Lubich con nosotros en España. Además de encontrarse con los jóvenes; con personas del mundo de la cultura o de la política; con obispos; y con personas de distintas vocaciones de la Iglesia Católica, también tuvo un contacto muy fuerte con toda la comunidad del Movimiento de los Focolares en España.

Con su presencia, para nosotros era como si todos contactásemos con la fuente de este carisma de la unidad que Chiara Lubich representa. Ella nos ha ayudado a ver con los ojos del carisma esta realidad que nosotros afrontamos, día a día, en los distintos campos de la vida humana donde cada uno trabaja. En este sentido, nos ha trazado toda una propuesta de trabajo muy entusiasmante para los años venideros.

–¿Cuál ha sido el mensaje que les ha traído Chiara Lubich?

–Carlos Saura: La visita de Chiara Lubich a España para los miembros del Movimiento de los Focolares suponía recoger el patrimonio de vida espiritual, de compromiso social y eclesial del movimiento. Y desde la luz de toda esa riqueza ver como trabajar, según nuestra especificidad: Colaborar con todas las fuerzas vivas de la Iglesia para la realización del testamento de Jesús «que todos sean uno», pero concretamente desde esta parcela donde Dios nos ha puesto, según nuestra presencia en los distintos pueblos del estado español.

Chiara, viendo la realidad social, civil y eclesial española, se ha dado cuenta de que nosotros, si verdaderamente tenemos este carisma de la unidad y queremos ser lo que Dios quiere que seamos para la Iglesia y para la sociedad, tendríamos que ser testimonio de una experiencia de unidad en la diversidad.

Es decir, como miembros del Movimiento de los Focolares que estamos en las distintas regiones de España y formamos parte de los distintos pueblos que componen este mosaico de culturas, que España representa, tenemos que ser capaces –decía ella– de dar testimonio de una experiencia de unidad en la diversidad a imagen y semejanza de la trinidad. Donde cada uno sea uno mismo y al mismo tiempo este plenamente unido y en sintonía con los demás pueblos a los que ama como al propio.

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ZENIT Staff

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