Arzobispo de Santiago: El Xacobeo 2004 redescubre el sentido de la peregrinación

Entrevista a monseñor Julián Barrio

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SANTIAGO DE COMPOSTELA, jueves, 22 enero 2004 (ZENIT.orgVeritas).- Con la apertura de la Puerta Santa, el pasado 31 de diciembre, el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio Barrio inauguraba oficialmente el Año Santo Xacobeo 2004, que atraerá hasta la tumba del Apóstol a numerosos peregrinos llegados de todo el mundo.

En esta entrevista concedida a la agencia Veritas, monseñor Barrio explica el significado de este especial acontecimiento de gracia para los fieles.

–¿Qué significado tiene el Año Santo Xacobeo 2004?

–Monseñor Julián Barrio: El Año Santo Compostelano es un acontecimiento eclesial y un tiempo privilegiado de gracia para una renovación interior de la vida cristiana. Es una llamada a fortalecer la fe y avivar la esperanza, a escuchar la Palabra de Dios, a purificar nuestras conciencias desde el espíritu de penitencia y conversión, tan propios de la peregrinación jacobea, y a profundizar en el seguimiento de Cristo como peregrinos a la Casa del Padre.

Más que un símbolo externo, es expresión de una concepción determinada del hombre peregrino y de su relación con Dios, de la presencia de lo sacro en el corazón de nuestra civilización y de la distinción entre lo temporal y lo espiritual.

Los comienzos del tercer milenio del cristianismo con todos los retos que la Iglesia ha de afrontar en esta nueva etapa de su camino, sitúan providencialmente a este Año Santo Compostelano en una perspectiva especial para responder a la invitación a remar mar adentro en la hondura de nuestro compromiso cristiano.

–¿Corre el Camino de Santiago el riesgo de convertirse en un mero acontecimiento político, cultural o turístico?

–Monseñor Julián Barrio: El camino siempre encuentra sentido en la meta, y para quien lo recorre, de aquella le llega «la luz» para entender la razón y el modo de hacer ese camino y «la fuerza de atracción» para llegar a ella.

El Camino de Santiago nace y se consolida por la rica espiritualidad cristiana de la peregrinación a la Tumba del Apóstol Santiago. El Camino, configurado por las huellas de los peregrinos, es «vía, peregrinación y signo». El peregrino al recorrer este Camino, toma conciencia de que va caminando hacia una meta: esta meta es el Sepulcro del Apóstol, es Dios, es la Vida eterna.

La revitalización pastoral del Camino ha de partir de este supuesto. Bien es verdad que en torno a esta «motivación-eje» fueron surgiendo otros aspectos como los culturales, los socio-económicos, los políticos y hoy también los turísticos. Si estos aspectos oscurecieran la dimensión espiritual y no fuera viable vivir la «aventura cristiana de la peregrinación», nos encontraríamos con un Camino sin alma, con un Camino sin vida.

Es necesario, para evitar este riesgo, hacer una lectura católica del fenómeno jacobeo, de la condición peregrinante del hombre y de la celebración del Año Santo en contraposición a la lectura secularizada que se queda en la dimensión puramente cultural, social y turística. El Camino de Santiago es un camino de fe y de esperanza.

–¿Puede el Camino contribuir al redescubrimiento de las raíces cristianas de Europa?

–Monseñor Julián Barrio: Sin duda. El peregrino venía y sigue viniendo a Santiago a encontrarse con las raíces apostólicas de nuestra fe, con la Tradición católica. La peregrinación ha contribuido a la comunicación humana y cristiana entre los diferentes pueblos.

En este sentido son muy elocuentes la palabras del Papa Juan Pablo II en su discurso europeísta en la Catedral de Santiago cuando manifiesta que «Europa se ha encontrado a sí misma alrededor de la memoria de Santiago, en los mismos siglos en los que ella se edificaba como continente homogéneo y unido espiritualmente».

Por ello el mismo Goethe insinuará que la conciencia de Europa ha nacido peregrinando. La peregrinación acercaba, relacionaba y unía entre sí aquellas gentes que, siglo tras siglo, convencidas por la predicación de los testigos de Cristo, abrazaban el Evangelio y contemporáneamente, se puede afirmar, surgían como pueblos y naciones. Consecuentemente la peregrinación a Santiago puede fomentar la catolicidad de la Iglesia y avivar las raíces cristianas de Europa.

–¿Dónde radica la permanente actualidad de esta Peregrinación?

–Monseñor Julián Barrio: La gran afluencia de peregrinos desde el descubrimiento del Sepulcro del Apóstol y concretamente en estos últimos años pone de relieve la inusitada actualidad del Camino y de la peregrinación Jacobea.

El atractivo que está teniendo el fenómeno jacobeo radica en la especificidad del camino como recorrido de fe, de penitencia y de oración, para hacer memoria de la tradición apostólica y revitalizar las raíces de la fe.

El Camino es un «espacio» y «un tiempo» para encontrarse con uno mismo, con los demás y con Dios. Ofrece la posibilidad de un silencio en que el peregrino puede tomar conciencia de que Dios es más íntimo a él que él a si mismo. En ese dinamismo de búsqueda y de hallazgo se plantean las grandes cuestiones de la vida humana: la relación con Dios y el sentido de la vida como peregrinación hacia una meta, garantizada por el Evangelio de la esperanza testimoniado por el Apóstol Santiago. Sólo la plena comunión de nuestra vida con la de Dios sacia nuestra alma y nos hace libres.

–¿Cómo se prepara la iglesia en Santiago de Compostela para acoger a los peregrinos? ¿Es buena la colaboración con las autoridades civiles?

–Monseñor Julián Barrio: Ya desde el pasado año hemos ido preparando este acontecimiento eclesial espiritual y pastoralmente en orden a poder ofrecer la mejor acogida y hospitalidad a los peregrinos.

La Iglesia está abierta al diálogo con los organismos competentes de las distintas administraciones para que la colaboración resulte lo más fructuosa posible en favor de los peregrinos, cuidando el contenido humano y espiritual del Camino y admirando la riqueza cultural del mismo.

–¿Qué mensaje quiere transmitir a los peregrinos que se acercarán este año hasta la tumba del Apóstol Santiago?

–Monseñor Julián Barrio: Que la esperanza es posible y que la vocación a la esperanza es razonable y realizable porque Jesucristo, a quien nos lleva el Apóstol Santiago, es la razón de la esperanza para nosotros que somos peregrinos
por gracia.

Hemos empezado este milenio del cristianismo con dificultades que pueden marchitar la planta de la esperanza. La celebración jubilar tiene que ser un motivo para fortalecerla «para que los problemas y las dificultades no nos agobien ni las nubes nos lleven a negar las estrellas», orientándonos serenamente hacia el futuro sin quedarnos en la nostalgia del pasado.

Con las palabras de Dante, puestas en boca de Beatriz en el canto del Paraíso de la Divina Comedia, desearía que en Santiago resonara la esperanza cristiana para todos, que las torres de la Catedral, contempladas ya desde el Monte del Gozo, fueran signo de esperanza para todos los peregrinos llamados a asumir el presente con responsabilidad y creatividad, sabiendo confiadamente que el futuro está sostenido en las manos providentes de Dios. La firmeza en la esperanza nos mantendrá constantes en el testimonio de la caridad.

–¿Para qué problemas españoles pide usted la especial intercesión del Apóstol?

–Monseñor Julián Barrio: El Apóstol Santiago es el Patrono de España. En él encontramos un testimonio para vivir nuestro seguimiento de Cristo y también
un intercesor.

Le pediría que afiancemos nuestra identidad cristiana pa
ra promover los valores en que se fundan la paz entre los pueblos, la justicia, la solidaridad ante propuestas que cuando no tienen en cuenta el bien común, los derechos de los demás y los valores nacidos de la convivencia, disgregan la unidad social; para mantenernos fieles a Cristo superando el secularismo que seca las raíces de nuestra esperanza; para rechazar todo tipo de violencia y toda cultura de muerte; y para vivir en gratuidad y generosidad más allá del goce de lo efímero y del provecho fácil y con frecuencia injusto.

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ZENIT Staff

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