CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 25 enero 2004 (ZENIT.org).- La búsqueda de la unidad plena entre los cristianos –separados en diferentes confesiones– es un «imperativo», afirmó Juan Pablo II este domingo, invitando a superar la «estrechez de corazón».
Al concluir la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que ha congregado a representantes de los más de dos mil millones de creyentes en Jesucristo en todos los continentes en actos ecuménicos, el pontífice confesó que este desafío se ha convertido en una de las prioridades de su ministerio.
El deseo de Jesús de que todos los cristianos estén unidos, recordó citando las palabras de la Última Cena, es «imperativo que nos obliga, fuerza que nos sostiene y saludable reproche por nuestra desidia y estrechez de corazón».
«La unidad de los cristianos ha sido un anhelo constante de mi pontificado y sigue siendo una prioridad exigente de mi ministerio», reconoció el Santo Padre.
«¡Que no desfallezca por tanto nunca el compromiso de rezar por la unidad y de buscarla incesantemente!», exigió.
«Obstáculos, dificultades e incluso incomprensiones y fracasos –reconoció– no pueden y no deben desalentarnos pues la confianza de poder alcanzar, incluso en la historia, la comunión plena y visible de todos los cristianos se apoya en la plegaria de Jesús, no en nuestras capacidades».
En la tarde de este domingo, en la Basílica romana de San Pablo Extramuros, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, debía presidir, en nombre del Papa, la tradicional celebración ecuménica de clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
El encuentro contaba con la participación de representantes de las principales confesiones cristianas.