CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 29 enero 2004 (ZENIT.org).- El mensaje de Juan Pablo II de este año para la Cuaresma, que invita a los cristianos a «hacerse niños», no debe reducirse a puro sentimentalismo, afirmó este jueves el presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» al presentarlo a la prensa.
Rompiendo moldes, el arzobispo Paul Josef Cordes aclaró a los periodistas que «hacerse niño» no significa «una adhesión a una vaga y difundida sensibilidad que presupone en los niños un candor inocente: Jesús nunca habló de la inocencia del niño. Subrayó su confiada espera en el bien».
Con esta distinción el prelado alemán recordó que el Papa en su mensaje de Cuaresma invita a hacerse niños en el sentido de «aprender del pequeño a hacerse pequeño».
El mensaje del Papa, inspirado en las palabras de Jesús «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe», recuerda a la conciencia de la humanidad los sufrimientos de la infancia, en particular del sida, y se convierte en una dura denuncia de los abusos que hoy padece.
Ser como un niño implica valores profundos, aclaró monseñor Cordes en la rueda de prensa, como «no calcular, no tender a ganarse estima, poder o riqueza sino abrirse a la iniciativa del otro».
De este modo, con su mensaje, que en esta ocasión es breve e incisivo, el Papa presenta al niño como «un modelo particularmente adecuado para nuestro modo de ser cristianos», señaló Cordes.
«El Papa no lo indica porque quiera fomentar un sentimentalismo inocente, sino para caracterizar nuestra actitud delante de Dios», subrayó el presidente del organismo vaticano encargado de coordinar a las instituciones católicas de ayuda en el mundo.
Para monseñor Cordes, «tratar con indiferencia o rechazar a los niños es evitar al Señor, porque en ellos Él está y nos espera».
