SHANGAI, jueves, 22 enero 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia católica en Shanghai, una de las ciudades que mueven el crecimiento económico de China, está creciendo gracias a la llegada de extranjeros, reconoce el obispo Aloysius Jin Luxian.
«En Shangai viven unos 100.000 extranjeros y unos 250.000 taiwaneses --constata--. Desde 1994 hemos recibido permiso para celebrar la misa en inglés y desde entonces ha aumentado el número de fieles».
«Cada fin de semana --explica este jueves en declaraciones al diario italiano «Avvenire»-- la misa en inglés es celebrad en la iglesia de San Pedro con la participación de unos mil extranjeros, entre ellos, 300 coreanos, 250 franceses y 150 estadounidenses».
En estos momentos, revela el prelado, «estamos pensando en añadir una misa en coreano».
Según el obispo chino los extranjeros al ir a la iglesia buscan «la fe».
«Quizá el hecho de sentirse lejos de casa, de su cultura, de su familia, hace que se despierte en ellos la fe. El poder encontrarse con personas de otros pueblos en virtud de un mismo credo les da fuerza y seguridad», subraya.
Monseñor Aloysius Jin Luxian, de 88 años, fue ordenado sacerdote jesuita en Roma. Regresó a China tras la victoria de la revolución comunista, cuando muchos huían del país. Esto suscitó sospechas entre los dirigentes del Partido, que le encarcelaron durante 27 años. En 1978 fue puesto en libertad y regresó a Shangai, donde vive desde entonces.
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Jan 22, 2004 00:00