LIMA, miércoles, 21 enero 2004 (ZENIT.org).- En el marco de la «Gran Misión Mar Adentro», el cardenal Juan Luis Cipriani –arzobispo de Lima y primado de Perú– ha pedido que personas de toda edad y condición se preparen en cada parroquia de la capital, concentrándose en el estudio y la oración, para ser «testigos vivos de Cristo con eficacia y responsabilidad».
Así se desprende del mensaje que el purpurado envió el pasado 6 de enero a los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de toda la archidiócesis con el fin de alentarles en la preparación de esta iniciativa evangelizadora organizada por el arzobispado de Lima.
La «Gran Misión Mar Adentro» llegará a todos los hogares de Lima, visitándolos uno por uno, para llevar la palabra de Dios y recordar que Jesús habita en cada corazón. Esta acción evangelizadora, en la que participarán sacerdotes, religiosos y laicos, durará tres años, del 2004 al 2006.
La etapa de preparación –comenzó el pasado octubre y se prolongará hasta el mes de marzo del 2004– se orienta a organizar las misiones, capacitar a los misioneros y conseguir los recursos necesarios. Es un tiempo para volver a «contemplar el rostro de Cristo», herencia del Gran Jubileo del Año Santo 2000, a través del estudio, la reflexión y la oración.
La etapa de realización comenzará el 25 de marzo del 2004, fecha oficial del inicio de la «Gran Misión», en la Basílica Catedral de Lima con ocasión de la Solemnidad de la Anunciación del Señor y del inicio de las celebraciones por los 400 años de dedicación de la Catedral. Esta etapa se prolongará un año y será el momento de ir hacia todos los hermanos para llevarles el gran anuncio del Evangelio.
Finalmente, la etapa de celebración comenzará en abril del 2005 y concluirá en la Catedral de Lima el 27 de abril del 2006, Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo –patrono de la Gran Misión–, en la celebración de los 400 años de su muerte.
Ese último año será un tiempo eminentemente festivo, lleno de grandes celebraciones y encuentros, en el que se buscará vivir el misterio de la Iglesia como misterio de comunión.
«Levantemos el corazón al Señor con alegría y soñemos con planes apostólicos que lleguen a todos los rincones de nuestras parroquias y a todas las personas de nuestra archidiócesis», dice el cardenal Cipriani en su mensaje.
Por ello, señala como «vital» convocar en cada parroquia por lo menos a un centenar de personas de todas las edades y circunstancias para que «se preparen bien con el estudio, la oración y una vida de piedad auténtica, y así lleven la Buena Nueva de la Palabra de Dios siendo testigos vivos de Cristo con eficacia y responsabilidad».
«Existen otros muchos caminos por los que cada uno de nosotros camina en esta Gran Misión», constata. Cada uno «debe sentirse comprometido a ser sal y luz» en esta evangelización «utilizando los métodos y expresiones más adecuadas a sus circunstancias», subraya.
«No se me ocultan las dificultades que tenemos, pero el Señor está con nosotros y nos acompaña en esta Gran Misión la Santísima Virgen, Nuestra Señora de la Evangelización –reconoce el purpurado–. El rezo del Santo Rosario hará maravillas con todos nuestros planes».