CARACAS, martes, 13 enero 2004 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Venezuela ha alertado ante el peligro que corre el país de cambiar el modelo democrático constitucional por un proyecto revolucionario excluyente.

Los 43 miembros del organismo de comunión episcopal han lanzado su advertencia en la exhortación colectiva que publicaron al concluir la asamblea plenaria que celebraron del 5 al 9 de enero en la casa de retiros de Montalban, en la que deliberaron sobre la realidad espiritual, social, económica y sociopolítica que atraviesa la nación.

«Percibimos que hay esfuerzos e iniciativas que tienden a la solución de problemas de la población, y que se ha confirmado, con hechos, la voluntad democrática del pueblo, concretamente con las jornadas de recolección de firmas para los referendos revocatorios el pasado mes de noviembre», afirman los prelados.

«No obstante --añaden--, alertamos sobre el peligro de cambiar el modelo democrático constitucional por un proyecto revolucionario exclusivo y excluyente, promoviendo por la fuerza del poder un proceso de cambios socio-económicos, jurídico-políticos, culturales y hasta religiosos, prescindiendo del consenso de la población».

«Como consecuencia, se ha profundizado la división entre los venezolanos, lo cual ha provocado una polarización sin precedentes --constatan--. La intolerancia ha derivado en odio, fanatismo y violencia».

El rumbo que la actual presidencia de Hugo Chávez está imprimiendo al país, reconocen, «pone en tela de juicio la democracia participativa y la independencia de los poderes públicos».

«Tiende a favorecer más bien el centralismo, el estatismo y el "mesianismo" --denuncian--. Continúa la práctica nefasta del excesivo gasto público, lo cual ha favorecido la corrupción y las prácticas clientelares y populistas, todo ello facilitado por el debilitamiento y la inoperancia de los organismos contralores».

Los obispos denuncian que «con tristeza hemos visto cómo se han causado destrozos a templos y se ha profanado la imagen de la Virgen María, a quien veneramos con fe y amor en Venezuela. No se puede excusar ni justificar a los que promueven o realizan tales actos sacrílegos y delictivos y mucho menos permitir que estos actos queden impunes o sean olvidados».

«Como ciudadanos, exigimos la clarificación de responsabilidades y sanción para los culpables --aseguran los prelados--. Del mismo modo, denunciamos la falta de respeto al valor de la vida humana, ante la realidad de tantas muertes violentas cada semana. Asimismo, desaprobamos el uso o manipulación de símbolos religiosos en manifestaciones políticas».

Los obispos consideran como «un signo de esperanza, en el camino hacia la paz» «el derecho a realizar los referendos revocatorios».

«El recurso a una consulta de la población y a la salida electoral para superar la crisis es camino constitucional que fortalece la democracia --aclaran--. Cualquier intento de desvirtuarlo o bloquearlo es negación de la auténtica voluntad democrática y abre las puertas al autoritarismo y al totalitarismo».

«Por ello, los poderes públicos, especialmente el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia, tienen una responsabilidad histórica ineludible, de acatar la voluntad popular, por encima de formalismos o maniobras políticas», afirman.


«Nuestra esperanza está fundada en Cristo --concluyen los obispos--. Los hijos de la Iglesia estamos gravemente obligados a anunciarla al mundo, partiendo de la predicación del Evangelio de Jesús. El mundo necesita la "esperanza que no defrauda" (Rm 5,5). Impulsados por ella los cristianos en Venezuela debemos ser conscientes de la necesidad de contribuir a la formación de una nueva sociedad, más humana y más cristiana, más solidaria y más fraterna».

Los obispos concluyen confesando el gozo y el fervor experimentado por la Iglesia en el país a causa de «la visita de la imagen peregrina de la Virgen de Coromoto».