El gobierno de Pekín construye dos iglesias y destruye muchas más

Las Olimpiadas, entre las causas de múltiples demoliciones

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PEKÍN, miércoles, 4 febrero 2004 (ZENIT.org).- «Las dos iglesias [cuya construcción comenzó en Pekín el pasado diciembre] forman parte de una maniobra propagandística», denunció este miércoles a Zenit el padre Bernardo Cervellera, misionero y periodista experto en el mundo chino y director de «Asianews», agencia del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras).

«A diferencia de lo que afirman muchos medios de comunicación, las dos iglesias que se levantarán en la capital –las primeras en más de 50 años– no son católicas, sino protestantes», explicó.

«Además –advirtió–, para muchos católicos y protestantes no hay perspectivas de nuevas iglesias, sino demoliciones».

La noticia de que por primera vez desde el nacimiento de la República Popular China –en 1949– se estaban construyendo dos iglesias fue publicada por el «China Daily» el martes pasado. Una se sitúa en el barrio de Chao Yang, la otra en Fengtai, ambos en la periferia sudoccidental de la ciudad. Deberán estar concluidas para la próxima Navidad.

De acuerdo con el padre Cervellera, la decisión de construir las dos iglesias –y la restauración de otros templos– se enmarca en un plan de redistribución de la población religiosa en el contexto de un proyecto urbanístico de Pekín, que se prepara para las Olimpiadas.

Y advierte: «La construcción de las dos nuevas iglesias responde a criterios políticos: mientras se construyen las iglesias para las comunidades oficiales, se destruyen las iglesias no oficiales».

El director de «Asianews» afirma que «en estos meses, en torno a Pekín, Shangai y Zhejiang, se multiplican las demoliciones de las llamadas “iglesias domésticas”».

El pasado junio, las autoridades de Liugour (en Hebei), al norte de China, ordenaron la demolición de una iglesia dos semanas después de la finalización de su construcción. Unos 150 cristianos habían unido esfuerzos y ahorros para levantarla. Como terreno, se utilizó la propiedad de un cristiano rico de la zona. Sin embargo, la policía la destruyó porque el área estaba proyectada «para la reforestación».

Según el Centro de Información para los Derechos Humanos y la Democracia, de Hong Kong, al menos 10 iglesias domésticas han sido destruidas por la policía desde julio. En el curso del 2003 la cifra se eleva a 392 entre iglesias y templos de otras religiones destruidos o reutilizados como «centros de entretenimiento».

El destino de muchas comunidades cristianas, que sufren demoliciones de sus iglesias, es el mismo que el de muchos ciudadanos de Pekín y Shangai. Para llevar a cabo el proyecto urbanístico con vistas a las Olimpíadas, el gobierno ha adjudicado el trabajo a diferentes firmas de construcción que derriban barrios enteros, expulsan a familias de sus casas, sin preaviso ni compensación alguna.

«El gobierno predica el respeto por la propiedad privada, pero mientras, familias enteras, con ancianos y niños, se quedan sin casa», denuncia el padre Cervellera.

Algunos de ellos, sin posibilidad de emprender acciones legales, han intentado suicidarse prendiéndose fuego en la plaza de Tienanmen. El pasado 13 de enero, una pareja de ancianos lo hizo ante Zhongnanhai, la zona del palacio imperial donde vive la cúpula del Partido. Uno de ellos falleció, la situación del otro es aún gravísima.

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ZENIT Staff

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