Cardenal de Lima: Una «honda crisis moral» embarga a Perú

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LIMA, domingo, 8 febrero 2004 (ZENIT.org).- El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, ha constatado que en estos momentos una «honda crisis moral embarga» a Perú, y constató que la raíz ce esta crisis está en la mentira utilizada para maltratar a otros.

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La palabra se ha devaluado arrastrando la falta de credibilidad y lesionándola, generando al mismo tiempo una crisis moral, precisó el purpurado, durante el programa «Diálogo de Fe», emitido por la emisora RPP.

«¿Cómo hago si la palabra que es la manera de comunicarme ha perdido su valor y permanentemente se usa en beneficio de quedar bien o de sacar alguna ventaja o simplemente de figurar o de tratar de manipular a otros?», se preguntó, según revela un comunicado del arzobispado en el que se sintetiza este sábado su intervención.

Indicó que si existe inseguridad, violencia ciudadana en las calles y agresiones es porque existe un desorden moral, y «por eso es preciso apelar a las capacidades espirituales y morales, que movilicen a la gente a un cambio personal y luego a una proyección social».

Advirtió que la crisis que vivimos no sólo es «una crisis política económica o social» sino que en realidad es una consecuencia de la crisis moral generada al haber apartado a Cristo de nuestras vidas, colocándolo al margen de nosotros, centrándonos en los problemas sin levantar una mirada hacia Él».

El Primado de la Iglesia peruana dijo que preocuparse por la situación actual es necesario, pero «cada uno debería hacerse un examen de conciencia personal, preguntándose: cómo me estoy portando, que hay dentro de mí que también está colaborando con este desorden moral».

A pesar de esta situación, el cardenal dio un voto de confianza a la población, para superar la crisis, dejando en claro que esto sucederá «siempre que cada uno reconozca que ofende a Dios», y para lograrlo hay que «creer en Él, conocerlo y hablarle».

«No es un problema sólo religioso, es un problema más profundo que exige meditar un poquito y detener las pasiones. Exige acercarse a la confesión para tener la hombría, la generosidad de decirle al Señor: he pecado contra ti», finalizó.

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ZENIT Staff

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