CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha alentado la reforma de la Organización de las Naciones Unidas para que se convierta en una autoridad moral más respetada por la comunidad internacional.
Presentó su petición este sábado al recibir en audiencia en el Vaticano al señor Julian Robert Hunte, presidente de la LVIII Asamblea General de las Naciones Unidas.
«Como usted sabe, la Santa Sede considera que la Organización de las Naciones Unidas desempeña papel significativo en la promoción del bien común universal», dijo ante todo el Papa al recibir a su huésped en el breve discurso que le dirigió en inglés.
«Ustedes han emprendido una reestructuración orientada a lograr un funcionamiento de la Organización más eficiente –recordó–. Esto no sólo asegurará el que sea una instancia más efectiva en la resolución de problemas internacionales, sino que permitirá también a las Naciones Unidas convertirse en una autoridad moral más respetada por parte de la comunidad internacional».
Juan Pablo II viene repitiendo desde 1995 que «los Estados miembros [de la ONU] deben considerar esta reforma como una clara obligación moral y política, que exige prudencia y determinación».
A este tema, el obispo de Roma dedicó el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz sobre la educación en la paz. En el número 7 pedía que esta reforma haga que «la Organización de las Naciones Unidas se eleve cada vez más de la fría condición de institución de tipo administrativo a la de ser centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una «familia de naciones»».
Esta reforma, concluyó el Papa en su encuentro con el señor Hunte, es «un requisito necesario para el establecimiento de un orden internacional al servicio de toda la familia humana».
Julian Robert Hunte, de 64 años, es ministro de Asuntos Exteriores, de Comercio y Aviación civil de la isla caribeña de Santa Lucía.