Los obispos de Colombia tienden puentes a la paz

Decidido apoyo de la asamblea episcopal a la negociación

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BOGOTÁ, martes, 10 febrero 2004 (ZENIT.org).- Los obispos católicos de Colombia han confirmado en su última asamblea plenaria su compromiso de promoción de la paz en el país y han anunciado que seguirán promoviendo las negociaciones.

Así lo atestigua el mensaje final del encuentro episcopal, celebrado en Bogotá del 2 al 6 de febrero, y una carta enviada por su presidente, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá, a los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El mensaje final, tras citar el Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2004), afirma: «Vale la pena persistir en la búsqueda de la paz».

«Recordamos que persistir en la paz negociada, en nuestro contexto, constituye un desafío que hunde sus raíces en la entraña misma del Evangelio y es un norte de la acción evangelizadora de la Iglesia y nos remitimos al Evangelio en el cual encontramos las luces que permiten identificar y comprender las restricciones y los nuevos desafíos que supone recorrer el camino de la paz», afirman.

La Asamblea episcopal reitera «el ofrecimiento de nuestros buenos oficios de facilitación para la reconciliación y la paz» y ofrece «apoyo explícito a los obispos y sacerdotes que colaboran de una manera más directa en la búsqueda de una salida negociada al Conflicto Armado en Colombia».

Los obispos apoyan «a la Comisión Facilitadora para la construcción de un acuerdo humanitario con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC-EP); a la Comisión episcopal encargada de aportar a la construcción de caminos de diálogo y reconciliación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como a la Comisión de Obispos y sacerdotes que prestan el servicio de tutoría moral del proceso de negociación con los grupos de autodefensa».

«Públicamente afirmamos que continuaremos aportando a la búsqueda de espacios de reconciliación como expresión de nuestro compromiso en la construcción de una paz justa y duradera y de un futuro más próspero, con equidad y justicia social», explican.

En la promoción de la paz negociada, el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, ha enviado una carta al ELN, en respuesta a un mensaje enviado por este grupo guerrillero a la asamblea.

«Destacamos el reconocimiento que ustedes hacen de la posición profética asumida por el Santo Padre frente a las guerras y en la búsqueda de la paz –afirma el purpurado citando la misiva de los guerrilleros–. El Papa con dolor, pero también con esperanza ha tratado de llegar al corazón de todos los actores del conflicto armado en Colombia. Ojalá, todos, también los miembros del Ejército de Liberación Nacional, abramos el espacio en nuestro corazón a la llamada del Romano Pontífice».

«En coherencia con nuestra misión hemos asumido el desafío de acompañar el proceso de desmovilización de las autodefensas –sigue explicando el cardenal–. A pesar de los interrogantes le hemos ofrecido nuestros buenos oficios, entendiendo que en el camino de la reconciliación y de la paz no se puede excluir a nadie, teniendo muy presente que no hay paz sin justicia y no hay justicia sin la reparación de los daños causados a las víctimas y sin su perdón».

«Quien viola los derechos humanos, ofende la conciencia humana en cuanto tal y ofende a la humanidad misma –concluye el cardenal en sus palabras a los guerrilleros–. El deber de tutelar tales derechos trasciende, los confines geográficos y políticos dentro de los que son conculcados. Los crímenes contra la humanidad no pueden ser considerados asuntos internos de una nación».

En su obra evangelizadora y de negociación la Iglesia católica ha pagado un precio de sangre. En los últimos diez años, al menos 57 representantes católicos, entre obispos, sacerdotes, religiosas, y seminaristas, han sido asesinados en país.

El arzobispo de Cali, Isaías Duarte Cancino, fue asesinado por presuntos rebeldes de las FARC en marzo de 2002. El mismo grupo rebelde secuestró en noviembre de 2002 al obispo de Zipaquirá y entonces presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, liberado poco después por el ejército.

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ZENIT Staff

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