BOGOTÁ, martes, 10 febrero 2004 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje final de la asamblea plenaria de obispos de Colombia celebrada en Bogotá del 2 al 6 de febrero.
MENSAJE FINAL
DE LA LXXVI ASAMBLEA PLENARIA DEL EPISCOPADO
Los Obispos de la Iglesia en Colombia reunidos en la Septuagésima Sexta Asamblea ordinaria nos sentimos ministros del Evangelio de Jesucristo para la esperanza de nuestra patria [1].
Entre los días 2 al 6 de febrero, hemos estado atentos a las necesidades de la Iglesia y del país; hemos reavivado nuestro deseo de afrontar los desafíos del momento actual, cumpliendo el ministerio de ser profetas de justicia y paz, defensores de los derechos de los pequeños y los marginados, hemos actualizado nuestro compromiso de seguir proclamando a todos el evangelio de la vida, de la verdad y del amor, con una mirada de predilección hacia la multitud de pobres que puebla la tierra.
Hemos dedicado esta Asamblea Ordinaria a analizar y planear la acción de la Iglesia privilegiando el estudio de la evangelización y reconciliación, el relativismo moral y los pecados sociales. Hemos dedicado nuestro empeño a la Educación y la organización de los Seminarios en Colombia; a la definición de la conveniencia de una reorganización territorial, al estudio de la obligaciones de la Iglesia frente al Estado y a diferentes asuntos de régimen interno.
Reunidos en asamblea plenaria nos sentimos comprometidos en persistir en la paz negociada. Con el Romano Pontífice repetimos ¡Aún hoy, al inicio del nuevo año 2004, la paz es posible. Y, si es posible, la paz es también una necesidad apremiante [2]. Y añadimos: «Vale la pena persistir en la búsqueda de la paz».
Recordamos que persistir en la paz negociada, en nuestro contexto, constituye un desafío que hunde sus raíces en la entraña misma del Evangelio y es un norte de la acción evangelizadora de la Iglesia y nos remitimos al Evangelio en el cual encontramos las luces que permiten identificar y comprender las restricciones y los nuevos desafíos que supone recorrer el camino de la paz [3].
Algunos obispos y sacerdotes, en ejercicio del ministerio profético de anunciar el Evangelio de la reconciliación y de la paz y en búsqueda del bien común para todos los colombianos, actuando en representación de toda la Iglesia en Colombia, han tocado a las puertas de todos los actores del conflicto intentando con ellos un diálogo pastoral.
Reunidos en Asamblea reiteramos el ofrecimiento de nuestros buenos oficios de facilitación para la reconciliación y la paz; consideramos oportuno dar a conocer el apoyo explícito a los Obispos y sacerdotes que colaboran de una manera más directa en la búsqueda de una salida negociada al Conflicto Armado en Colombia; apoyamos a la Comisión Facilitadora para la construcción de un acuerdo humanitario con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC-EP); a la Comisión episcopal encargada de aportar a la construcción de caminos de diálogo y reconciliación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como a la Comisión de Obispos y sacerdotes que prestan el servicio de tutoría moral del proceso de negociación con los grupos de autodefensa. Públicamente afirmamos que continuaremos aportando a la búsqueda de espacios de reconciliación como expresión de nuestro compromiso en la construcción de una paz justa y duradera y de un futuro más próspero, con equidad y justicia social.
Bogotá, D.C., 6 de febrero de 2004
+ Pedro Card. Rubiano Sáenz
Arzobispo de Bogotá
Presidente de la Conferencia Episcopal
(1) EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL»PASTORES GREGIS» Jueves 16 de octubre de 2003
(2) Mensaje del Romano Pontífice del primero de Enero del 2004, con motivo de la JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
(3) Para el cristiano, como dice el Papa en su mensaje del 1 de Enero de 2004, proclamar la paz es anunciar a Cristo que es « nuestra paz » (Ef 2,14) y anunciar su Evangelio que es «el Evangelio de la paz» (Ef 6,15), exhortando a todos a la bienaventuranza de ser « constructores de la paz » (cf. Mt 5,9).