CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 16 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido «inventar nuevas propuestas» para que los jóvenes puedan conocer a Cristo y crecer humana y espiritualmente.
Fue el mensaje central que dejó en la noche del viernes pasado a los obispos franceses de las provincias eclesiásticas de Burdeos (Bordeaux) y Poitiers, a quienes recibió al concluir su visita «ad limina apostolorum».
«Hoy hago un llamamiento a inventar nuevas propuestas para los jóvenes con el objetivo de ofrecerles lugares, medios y un acompañamiento específicos que les permitan, a nivel diocesano y parroquial, en las capellanías, los movimientos o los servicios, crecer humana y espiritualmente», afirmó.
«Las comunidades cristianas tienen por misión llevar a los jóvenes a Cristo y hacerles entrar en su intimidad para que puedan vivir su vida y construir una sociedad cada vez más fraterna –añadió–. El aspecto social no debe hacer olvidar el objetivo primario de la pastoral: llevar los jóvenes a Cristo».
El Santo Padre, que consagró a la evangelización de los jóvenes su intervención ante los obispos franceses, hizo un análisis de la situación de la juventud recalcando «las numerosas fracturas que hacen que los jóvenes sean particularmente frágiles», en particular, a causa de las «separaciones familiares».
«¿Cómo no pensar en los niños y en los jóvenes que sufren terriblemente por la desintegración de la célula familiar, o en aquellos que experimentan situaciones de precariedad que les llevan con frecuencia a considerarse como excluidos de la sociedad?», se preguntó.
En este contexto, reconoció, se «deja entrever a los jóvenes que todo comportamiento, al ser realizable, podría ser bueno», llevando así a una «disminución grave del sentido moral que lleva a pensar que ya no existe el bien y el mal objetivos».
En este nuevo contexto social, hacen falta nuevos métodos para el anuncio de la fe. En primer lugar, invitó a utilizar Internet como un medio en el que chicos y chicas puedan «informarse, formarse y descubrir las diferentes propuestas de la Iglesia».
Tras constatar la importancia de apoyar los «lugares» en que tiene lugar la educación de los jóvenes –la familia, la escuela, las capellanías escolares y universitarias…–, el Papa exigió que los obispos destinen «sacerdotes de calidad, con una buena formación y una vida espiritual y moral a toda prueba, para acompañar a los jóvenes, transmitirles la enseñanza cristiana, compartir con ellos momentos fraternos y de descanso, para que se conviertan en misioneros».
Otra de las oportunidades de evangelización de los jóvenes, siguió ilustrando, es la preparación al matrimonio.
«La Iglesia desea proponer el camino de una progresión en las relaciones amorosas, que pasa por el noviazgo y que propone el ideal de la castidad», afirmó.
«Recuerda que el matrimonio entre un hombre y una mujer, y una familia, se construyen ante todo sobre los lazos fuertes entre las personas y sobre un compromiso definitivo, y no sobre un aspecto meramente afectivo, que no puede constituir la única base de la vida conyugal», insistió.
«¡Que los pastores y las parejas cristianas no tengan miedo de ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre estas cuestiones delicadas y esenciales, a través de la catequesis y de diálogos vigorosos y adaptados, haciendo que resplandezca la profundidad y la belleza del amor humano!», concluyó.