CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 18 febrero 2004 (ZENIT.org).- La pasión de Cristo es el don más grande que Dios ha hecho al ser humano, aseguró Juan Pablo II en la tradicional audiencia general de este miércoles.
Jesús –recordó– ha «embellecido nuestra alma, la ha hecho deseable», ha hecho del hombre y la mujer hijos adoptivos de Dios, sin embargo –insistió– «más grande es todavía el que esto haya tenido lugar mediante la sangre del Señor».
El pontífice dedicó su última audiencia general antes del Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, a meditar sobre el cántico escrito por san Pablo en el primer capítulo de la Carta a los Efesios (3-10), en el que presenta el precio que Dios tuvo que pagar para salvar al hombre.
«¿Qué te falta?», preguntó el Papa citando a uno de los predicadores más grandes de la historia de la Iglesia, san Juan Crisóstomo, obispo de Constantinopla en el siglo IV.
«Te has convertido en inmortal, te ha hecho libre, hijo, justo, hermano, coheredero, reinas con él, con él eres glorificado», siguió constatando el Papa.
«¿Qué significa esto?», volvió a interrogar. «Significa que Dios desea apasionadamente y anhela ardientemente nuestra salvación».
«No hay nada más grande que esto: la sangre de Dios ha sido derramada por nosotros –aseguró el obispo de Roma–. El que ni siquiera haya perdonado la vida de su Hijo es algo más grande que la adopción divina como hijos y que los demás dones» .
«El perdón de los pecados es algo grande, pero más grande es todavía el que esto haya tenido lugar mediante la sangre del Señor», concluyó.
El pontífice anunció que, en el ciclo de meditaciones que viene ofreciendo sobre la Liturgia de las Horas, volverá a meditar en la riqueza de este cántico escrito por el apóstol de las gentes.
Es posible leer la serie de catequesis del Papa sobre la Liturgia de las vísperas en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit.