CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 23 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que el derecho internacional constituye un arma eficaz para combatir el terorrismo a escala mundial, y ha exigido una reforma de las Naciones Unidas para que su cumplimiento sea más efectivo.
La lucha contra el terrorismo internacional se convirtió, de hecho, en uno de los argumentos que el Santo Padre dirigió este sábado al nuevo embajador de Turquía ante la Santa Sede, Osman Durak, a quien le repitió su cercanía a las víctimas de los atentados que han tenido lugar recientemente en el país.
«Uno de los medios principales para garantizar la seguridad del orden mundial y la paz es el derecho internacional, que hoy está llamado a convertirse cada vez más en un derecho de paz, en justicia y solidaridad», explicó el Papa.
«El letal azote del terrorimo representa un problema especialmente pernicioso –subrayó–: con frecuencia desafía la lógica tradicional de un sistema legal establecido para reglamentar las relaciones entre Estados soberanos».
En este scenario, aclaró, «las Naciones Unidas deben desempeñar un papel particular».
«Si bien se requiere una reforma para que la Organización de las Naciones Unidas funcione efectivamente para alcanzar sus propios fines establecidos, este organismo internacional sigue representando la agencia más adecuada para afrontar los graves desafíos que amenazan a la familia humana del siglo XXI», reconoció el Papa.
Desde 1995, Juan Pablo II insiste en la necesidad de esta reforma de la ONU. En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, pidía que esta organización «se eleve cada vez más de la fría condición de institución de tipo administrativo a la de ser centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una “familia de naciones”».
Como instrumentos «para la actual lucha contra el terrorismo», el Papa propuso que el «derecho internacional desarrolle instrumentos legales multilaterales capaces de dar seguimiento efectivo, de reaccionar y de prevenir este atroz crimen».
El pontífice poyó por ultimo «los progesos que se han dado hacia una justa solución de la cuestión de Chipre», la isla mediterránea debatida debatida entre Turquía y la población de lengua griega.
Alentó, por ello, a las partes involucradas «a no ahorrar esfuerzos para acelerar la reunificación y la pacificación de la isla».
