El cristianismo: ¿de rodillas al final de la clase?

Polémica sobre qué valores se debería enseñar a los niños

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LONDRES, sábado, 28 febrero 2004 (ZENIT.org).- Vuelve el debate sobre si se debería instruir a los alumnos de las escuelas en los valores cristianos. Hace dos semanas, los medios británicos publicaban detalles de un informe del Institute for Public Policy Research en el que se recomiendan drásticos cambios en la educación religiosa de las escuelas.

El informe, titulado «What is Religious Education For?» (¿Para qué sirve la Educación Religiosa?), está siendo estudiado por los ministros del gobierno que decidirán sobre las directrices en el tema del primer currículum nacional, afirmaba el 15 de febrero el Sunday Times. Aunque no es una institución gubernamental, el instituto tiene una relación cercana con el Partido Laborista que gobierna Gran Bretaña.

De hecho, la página web del instituto se jacta de que muchas de sus ideas han sido adoptadas por el gobierno laborista. El antiguo director del instituto, Matthew Taylor, es el jefe de planificación política en el directorio político del primer ministro, observaba el Telegraph.

El informe propone cambiar el nombre de educación religiosa por el de educación espiritual –y permitir que haya menos contenido cristiano–. Los niños saldrán ganando, defiende el informe, aprendiendo menos de los Diez Mandamientos y de Jesús, y más sobre agnosticismo, humanismo, cultos e incluso ateísmo.

«Desde los cinco años, los niños deberían aprender que hay gente que no cree en Dios, en la vida después de la muerte, o en el poder de la oración, o en que el universo fuera creado», dice el informe. También recomienda que se enseñe a los niños desde edad temprana de que hay alternativas al matrimonio. Además, se debería animar a los niños con fuertes creencias religiosas a que cuestionaran dichas creencias.

Las recomendaciones del informe han levantado pronto críticas. Un editorial del Telegraph del 16 de febrero comentaba la mentalidad anti cristiana y autoritaria que está detrás del informe. «Refleja la creencia de que los padres que transmiten su fe cristiana son culpables de adoctrinar a sus hijos, y que es papel del estado el frenarlos», establece el editorial.

En un artículo de opinión en el Times de Londres del mismo día, un auto proclamado ateo, Mick Hume, establecía: «Si tiene que haber RE (religión) en los colegios estatales, preferiría que se enseñara a mis hijos de manera completa el cristianismo antes que ofrecer una espiritualidad multicultural pasada por la batidora».

Y añadía: «Por lo menos tendría la virtud de enseñarles que hay cosas como la verdad y el compromiso, y de que hay creencias por las que es digno luchar».

En el Guardian del día 17 de febrero, la columnista Mary Kenny defendía las riquezas culturales que pueden aprender los estudiantes al estudiar el cristianismo. «La Biblia es la historia de nuestra civilización», escribía. «La mayoría de la gente, a lo largo de la historia, no ha sido atea: la mayoría de la gente ha encontrado significado y propósito a sus vidas gracias a la práctica de la religión. Por eso el omitir la religión es excluir algo vital de la condición humana».

Valores neutrales
El primer ministro australiano, John Howard, ha expresado un punto de vista similar. El 20 de enero, el periódico Age informaba de que muchos padres están sacando a sus hijos de los colegios públicos porque el sistema estatal es «demasiado correcto políticamente y demasiado neutral en valores». Howard, que fue educado en el sistema escolar público, observaba que en el pasado esto no ocurría, y lamentaba el cambio.

Las observaciones de Howard, hechas en una entrevista a Age, han tenido lugar en un momento en el que el gobierno planea aumentar la financiación a los colegios privados, a pesar de las protestas de la oposición y de los sindicatos de profesores.

El año pasado, el éxito de la educación religiosa en el estado más poblado de Australia, Nueva Gales del Sur, atrajo la atención de los medios. Un concienzudo reportaje publicado el 23 de junio por el Sydney Morning Herald observaba que cada seis semanas se abre un nuevo colegio religioso en Nueva Gales del Sur.

El artículo citaba a Phillip Heath, presidente de Australian Anglican Schools, que decía que los padres confían en una educación basada en la religión que proporcione «un marco educativo moral y ético».

En total, cerca del 30% de los estudiantes del estado asisten a colegios religiosos. En este estado, 586 colegios son católicos, 90 cristianos, 53 anglicanos, 23 adventistas del 7º día, 13 islámicos y 8 judíos. Otras confesiones tienen sus propios colegios.

Escribiendo en el Sydney Morning Herald del 1 de enero, Stephen O’Doherty, presidente de Christian Schools Australia, defendía la asistencia financiera que el gobierno otorga a los colegios privados. Observaba que los padres que eligen colegios no públicos pagan honorarios además de la financiación del gobierno, por lo que están haciendo una inversión en la educación de la nación.

También rechazaba las críticas de que los colegios religiosos eran separatistas y que sólo la enseñanza pública garantizaría tolerancia e igualdad. «Denegar a esas familias, por lo que es un tema de fe o conciencia, una educación que integra su desarrollo espiritual sería un indigno ataque a las libertades que gozamos en nuestra sociedad plural», afirmaba O’Doherty.

Mezcla de creencias en Escocia
En Escocia, el obispo de Motherwell, Mons. Joseph Devine, defendía la educación religiosa en un artículo publicado el 1 de febrero en el Sunday Times. «La Iglesia», escribía, «cree que la misión de sus colegios es desarrollarse como una comunidad de fe y enseñanza, proporcionando una educación de alta calidad y ofreciendo formación a través de la promoción de los valores evangélicos, a través de la celebración y el culto, y a través del servicio a los demás».

El argumento de que los niños que no se escolarizan juntos no serán capaces de vivir en armonía posteriormente en su vida «es absurdo», defendía Mons. Devine. Observaba que con un sistema separado de colegios católicos, cerca de la mitad de los católicos de Escocia se han casado con no católicos. Este hecho deja en entredicho los argumentos de que los colegios religiosos crean divisiones en la comunidad, indicaba.

Está en marcha un proyecto en Escocia que contemplará cómo se abren siete colegios con diversidad de creencias. Escocia tiene ahora 344 colegios de primaria católicos y 59 de secundaria. En una entrevista el 8 de febrero en el periódico Scotsman, el cardenal Keith O’Brien indicaba que, dado el descenso de la natalidad y la falta de fondos locales, en el futuro sería necesario que los colegios católicos y los colegios no confesionales tuvieran que compartir algunas instalaciones en un único campus, «teniendo en cuenta que se deben observar ciertas condiciones de modo que sea lo más cercano a un colegio católico».

Sin embargo, la apertura del primer campus interreligioso no se ha hecho sin dificultades, informaba el 10 de febrero el periódico Scotsman. El cardenal O’Brien estuvo presente en la ceremonia de apertura del colegio en Dalkeith, pero no fue invitado por las autoridades locales a que hiciera un discurso formal. El cardinal afirmó que le había «entristecido» la decisión del Midlothian Council de no incluir una oración o bendición en la ceremonia.

El artículo indicaba que el campus, que une el instituto católico St. David’s, el instituto Dalkeith y el colegio Saltersgate para niños con necesidades especiales, ha afrontado tensiones en medio de críticas por la segregación y las dificultades innecesarias entre grupos religiosos.

Y sólo unos pocos días después, el 13 de febrero, Scotsman informaba de que se había ordenado al director del colegio católico en el complejo que quitara los artefactos religiosos de una pare
d del corredor compartido en el edificio. Se están haciendo los preparativos para un segundo campus compartido en Edimburgo, la capital.

Algunos pueden rechazar en nombre de la tolerancia la idea de una educación que incluya los valores religiosos. Pero muchos padres están convencidos de que sin instrucción religiosa cualquier educación queda gravemente incompleta.

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ZENIT Staff

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