ROMA, viernes, 23 abril 2004 (ZENIT.org).- En 1954, Eugenio Zolli –rabino de Roma en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y bautizado en la Iglesia católica en 1945– publicó en los Estados Unidos su historia bajo el título «Before the Dawn» («Antes del Alba»). Hace dos meses se publicó en Italia la autobiografía autorizada de Zolli («Prima dell’alba», San Paolo 2004) y ocupa los primeros puestos de ventas en las librerías católicas.
«Prima dell’alba» contiene las confesiones de Israele Zoller, quien al ser bautizado tomó el nombre de Eugenio Zolli, en honor a la ayuda que había ofrecido a su comunidad el Papa Pío XII (Eugenio Pacelli).
Israele Zoller era de origen polaco. Su madre era de una familia con tradición rabínica de más de cuatro siglos. Se formó en la Universidad de Viena y luego en la de Florencia, donde se licenció en Filosofía, estudiando al mismo tiempo en el Colegio rabínico.
En 1920 pasó a ser rabino jefe de Trieste. En 1933 recibió la ciudadanía italiana. A causa de las leyes fascistas tuvo que italianizar su apellido: de Zoller a Zolli. Alcanzó la cátedra de Letras y Literatura Judía en la Universidad de Padua, pero tuvo que abandonar la docencia debido a las leyes raciales del gobierno de Benito Mussolini. En 1938 fue nombrado gran rabino de Roma.
Estuvo al frente de la comunidad judía de la capital italiana hasta julio de 1944. El 15 de agosto de ese año, manifestó al rector de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, el padre Paolo Dezza S.I. (llegaría a ser cardenal), su intención de hacerse cristiano.
El 13 de febrero de 1945, en una capilla de la iglesia de Santa María de los Ángeles, se bautizó junto a su mujer, quien añadió a su nombre, Emma, el de María.
En su libro Zolli narra que, tras la llegada de los nazis a Roma, se entregó en cuerpo y alma a esconder a los judíos para salvarles la vida, gracias a la colaboración que le ofrecieron las instituciones del Vaticano y en particular el Papa Pío XII. El presidente de la comunidad judía, el abogado Ugo Foà, según el libro, no compartía los miedos del rabino y consideró que las advertencias de Zolli sobre los nazis eran alarmistas.
Para comprender los temas históricos y religiosos que se desprenden del volumen, Zenit ha entrevistado al doctor Alberto Latorre, quien se ha encargado de la edición italiana de la autobiografía. Latorre concluyó hace tres años sus estudios de Filosofía en la Universidad de Verona con una tesis titulada «De Israel Zoller a Eugenio Zolli: el itinerario de un estudioso en búsqueda».
–¿Podría explicar los aspectos que considera decisivos de la historia de Eugenio Zolli?
–Alberto Latorre: Demasiado compleja es la figura de Zolli, ya sea como hombre o como estudioso, como para agotar su historia en algunos puntos decisivos. Por un lado hay situaciones intrincadas y sufrimientos personales enormes que le acompañaron desde los primeros años de vida a lo largo de toda su existencia; por otro, su compleja formación cultural y su extraordinaria actividad científica: fue rabino, pero sobre todo historiador de las religiones y exégeta.
Puedo sólo afirmar que para comprender plenamente, sin juicios apresurados ni lacónicos, su historia, es necesario estudiar a fondo su formación cultural y espiritual empezando por el ambiente judío, askenazí y casidico, en el cual creció.
Cualquier otro intento de síntesis se presta a las numerosas polémicas y críticas de estas semanas, que surgen cada vez que sale el nombre de Zolli. Polémicas, críticas e interpretaciones montadas «ad hoc» por cuantos, por las más diversas razones, acusan a Zolli de traición o se sirven de él por finalidades apologéticas.
–¿Qué idea se ha hecho de la conversión de Zolli? Parece entender que mucho sucedió antes del encuentro con Pacelli (Pío XII)
–Alberto Latorre: Le respondo, citando a Zolli, que no se trató de una conversión, sino de una adhesión. El bautismo de fuego, esto es, la íntima adhesión de Zolli al mensaje evangélico, tuvo lugar probablemente desde los años de la adolescencia.
Zolli, como él mismo refiere, alimentó desde los años de su formación un profundo amor hacia Jesús. Una atracción testimoniada sucesivamente por un estudio histórico-religioso publicado en 1938: «El Nazareno: Estudios de exégesis neotestamentaria a la luz del arameo y del pensamiento rabínico».
El bautismo de agua, recibido el 13 de febrero de 1945, fue un acto de adhesión formal realizado cuando ya estaba claro en él el deseo de manifestar abiertamente, «in primis» a sí mismo, su fe religiosa.
Zolli, debo subrayar, no abandonó jamás el Judaísmo, sino, tras las huellas de san Pablo, entró en el Cristianismo como judío. Judío como lo era Jesús el Nazareno.
–¿Podría haber influido el encuentro del rabino con el Pontífice en las decisiones que se gestaban en el corazón de Zolli? ¿En qué modo?
–Alberto Latorre: Creo que es imposible establecer objetivamente si el encuentro con Pacelli influyó en las decisiones de Zolli y en qué modo. ¿Cómo es posible de hecho entrar en el corazón de un hombre y entender hasta el fondo los movimientos y los desconciertos? ¡Ya es muy difícil entrar en el propio, imaginémonos entender el de otro!
Sin embargo, sobre la base de mis estudios sobre Zolli, considero que el encuentro con el Pontífice no le influyó en absoluto. Querría añadir que, en mi opinión, el repetido acercamiento de Zolli a Pío XII y viceversa, no es para beneficio de uno ni de otro. Las situaciones personales e históricas de ambos acabaron inevitablemente por tocarse, pero creo que el análisis y el juicio histórico de las dos personalidades debe llevarse a cabo autónomamente.
Lamentablemente, tengo con frecuencia la impresión de que su acercamiento constituye un sutil intento, según las posturas, para absolverlos o condenarlos juntos. Es un enredo muy peligroso y confuso, dado que impide un análisis histórico sereno y lúcido.
–Precisamente cuando los nazis ocuparon Roma, Zolli relata una variedad de encuentros con el entonces presidente de la Comunidad judía. ¿Qué sucedió verdaderamente y cuál es la esencia de la disputa? ¿Es cierto que si se hubiera prestado más atención a Zolli tal vez se habrían podido salvar todos los judíos?
–Alberto Latorre: Por lo que narra Zolli en su autobiografía, hubo entre él y los representantes políticos de la comunidad de Roma diferentes perspectivas, testimoniadas también por las decisiones adoptadas por el gobierno provisional aliado en los meses sucesivos a la liberación de Roma, que llevaron a la disolución del Consejo de la Comunidad y a la redesignación de Zolli como rabino jefe.
Durante la ocupación de hecho Zolli fue desautorizado de su propio cometido por deliberación del Consejo. Qué sucedió verdaderamente y cuál fue la esencia de la disputa no puedo afirmarlo.
El propio Zolli expone exclusivamente su punto de vista y las razones de sus elecciones sin adentrarse demasiado en la cuestión del comportamiento ajeno. Queda el hecho de que Zolli conocía muy bien tanto la mentalidad teutónica (era hijo de madre alemana) como las persecuciones en perjuicio de los judíos perpetradas en Alemania durante los años ’30, cuando, como rabino jefe de Trieste, ayudó a numerosos prófugos de Alemania y de la Europa del Este a alcanzar Palestina.
En el texto él sostiene que la diferencia de perspectivas en torno al peligro representado por los alemanes nacía fundamentalmente de estas razones. Pero no puedo decirle si, siguiendo las disposiciones de Zolli, todos los judíos se habrían salvado.
Casi ciertamente sí. Es ineludible el hecho de que verdaderamente las medidas por él insinuadas, como el cierre del Templo y
de los Oratorios, la alarma general y otras muchas cosas, habrían salvado la vida si no de todos, de muchísimos judíos.