Llamamiento de los obispos mexicanos a la «conversión» en horas difíciles

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Dan a conocer el mensaje final de la asamblea general del Episcopado Mexicano

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MÉXICO, viernes, 23 abril 2004 (ZENIT.org).- Con el lema de «Cristo Resucitado nos llama a la santidad, la conversión pastoral y a la comunión», los obispos mexicanos cerraron su 77 asamblea plenaria celebrada en la sede de la Conferencia del Episcopado (CEM) en Lago de Guadalupe del 19 al 23 de abril.

En un clima marcado por la revisión, incluso la autocrítica, del papel de los obispos en la hora actual de la Iglesia y de México, así como los mecanismos para lograr una presencia pastoral efectiva, los obispos mexicanos han acogido la llamada del Santo Padre Juan Pablo ll para ser, verdaderamente, «ministros de comunión de comunión y de esperanza para el Pueblo Santo de Dios».

La vocación del obispo, reiteraron, en sintonía con el Sínodo del 2001 y con la carta «Pastores Gregis» es la santidad. Santidad que se expresa en congruencia «entre lo que somos y lo que hacemos, lo que decimos y lo que vivimos, lo que debemos hacer y el ejemplo que damos a los demás».

Tras ello, tal como se había anunciado, los obispos mexicanos han delineado una abultada agenda de trabajo de las cerca de 20 comisiones que componen la CEM para llevar a cabo los años 2004 a 2006.

Partiendo del encuentro con Cristo vivo, anunciaron una renovación de las estructuras administrativas y pastorales que alimentan a las comisiones para «prestar un servicio mejor a la pastoral de conjunto de nuestras Iglesias particulares».

Tras reiterar, con el Papa, que los obispos tienen como único camino a seguir el de la santidad, los prelados mexicanos han reconocido que ante el ambiente religioso adverso, los planes pastorales tienen que «estar impregnados de principio a fin por este señalamiento que el Papa nos hace».

Pidieron un cambio de mentalidad, de actitud y de conductas, siendo dóciles «al Espíritu que transforma los corazones y convierte a las comunidades en signos elocuentes de una forma diferente de pensar y de vivir».

Esto debe llevar a una espiritualidad de comunión mediante la interrelación episcopal y a la apertura al diálogo interreligioso.

Con respecto al diagnóstico que se hace de la realidad mexicana, los obispos argumentan que el país «vive momentos decisivos en su historia».

Por ello, comprometieron actuar en lo que esté de su parte para trabajar por el bien común, invitando a los fieles «a que cumplan con sus deberes como ciudadanos y como cristianos». Los obispos –como dijo el Papa al nuevo embajador mexicano ante la Santa Sede– desean que la Iglesia en México goce de plena libertad para llevar a cabo su acción en todos los ámbitos de la realidad.

También en sintonía con el Santo Padre, los obispos mexicanos piden un impulso más decisivo a la educación religiosa, la asistencia espiritual en los centros de salud y cárceles, así como una mayor presencia de la Iglesia católica en los medios de comunicación.

Termina el mensaje declarando en camino a la Iglesia de México hacia el Congreso Eucarístico Internacional, a celebrarse en octubre en Guadalajara.

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ZENIT Staff

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