CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 5 mayo 2004 (ZENIT.org).- Con la presencia de 120 directores nacionales de los cinco continentes, las Obras Misionales Pontificias (OMP) iniciarán el jueves su Asamblea General en Roma en torno a un tema: educar y formar a todos los católicos a conocer y amar la misión, para colaborar en la difusión del anuncio del Evangelio hasta los últimos confines de la tierra.
La cita se celebrará bajo la dirección del Cardenal Prefecto de Propaganda Fides, del Presidente de las OMP y de los Secretarios Generales de las cuatro Obras.
El objetivo del encuentro es «dar una visión de las actividades realizadas durante el año por los cuatro Secretariados Internacionales de las Obras Misionales Pontificias» y «examinar las peticiones de ayuda llegadas de todo el mundo para las distintas necesidades de las jóvenes Iglesias», explica a «Fides» el padre Fernando Galbiati PIME, secretario general «ad interim» de las OMP.
«En base a estas peticiones, documentadas y aprobadas por los respectivos obispos, se distribuyen los fondos recogidos durante el año tanto por las Direcciones Nacionales como por las Direcciones Diocesanas de las OMP, que confluyen en el Fondo Central de Solidaridad», aclara.
De acuerdo con el sacerdote, «esta distribución se realiza de la forma más equitativa posible, para ofrecer así a cada misión ayudas adecuadas a sus necesidades».
Esta sesión va precedida normalmente de la Sesión Pastoral –del 6 al 8 de mayo, sobre temas específicos de particular importancia para la evangelización, la cooperación misionera y la vida de la Iglesia–, que considerará este año el proceso de renovación y actualización de los Estatutos de las OMP, el Manual de las OMP y del Movimiento Juvenil Misionero.
La asamblea general –del 6 al 14 de mayo— comenzará con el discurso de inauguración del cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, quien dirige y coordina la evangelización y cooperación misionera en todo el mundo.
El lunes 10 de mayo, los Secretarios Generales de las cuatro OMP presentarán cada uno su propia relación pastoral y económica de las actividades realizadas durante el año; tras un debate y las oportunas aclaraciones, se pasará al examen de las peticiones de ayuda.
Durante la Asamblea está prevista una audiencia con el Santo Padre, «que como de costumbre sabrá animar nuestro trabajo e indicarnos las líneas sobre cómo proceder», reconoce el padre Galbiati.
Las Obras Misionales Pontificias y su papel en la Iglesia
Las OMP, aunque son cuatro –fundadas en momentos distintos–, «constituyen una única institución y tienen una misión fundamental que las une: promover el espíritu misionero universal en todo el Pueblo de Dios que es la Iglesia», explica el padre Galbiati.
En este contexto, la Jornada Misionera Mundial «se ha convertido en una tradición en la Iglesia porque está pensada precisamente como petición de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe» (Cf. Zenit, 29 abril 2004).
La «Obra Pontificia de Propagación de la Fe» surgió del carisma de una joven de Lyon, Pauline Marie Jaricot, que en 1816, a los 17 años, junto a otras jóvenes obreras de las fábricas de su padre funda una Asociación espiritual. Dos años después, el grupo asume también la dimensión de la oración y la animación misionera y «con el fin de cooperar a la expansión del Evangelio» une una oferta semanal.
«La Obra está hoy presente en 120 países en todos los continentes y su importancia en la Iglesia es tal que sin su oración por la Misión, sus sacrificios y contribuciones financieras de sus miembros o entregas a través de la misma por los católicos de todo el mundo en el Fondo Universal de Solidaridad, la labor de evangelización y su desarrollo material resultaría muy limitado», reconoce el sacerdote.
La «Obra Pontificia de la Santa Infancia» nació de la sensibilidad de monseñor Charles August Marie de Forbin-Janson, obispo de Nacy, quien al recordar las atrocidades que se cometían, especialmente en el ambiente pagano de la época, contra los niños, dio a la devoción al Niño Jesús un carácter misionero.
El 19 de mayo de 1843 nació así oficialmente la Obra de la Santa Infancia, que encontró el favor general de las personas e instituciones más implicadas en la educación de los niños y se desarrolló rápidamente en Europa y Norteamérica.
En la actualidad está presente en 110 países en todo el mundo. Su objetivo principal es ayudar a los educadores a despertar y desarrollar progresivamente en los niños una conciencia misionera para dirigirlos hacia una comunión espiritual y un intercambio material de bienes con los niños de otras Iglesias.
La «Obra Pontificia de San pedro Apóstol», fundada en Caen (Francia) en 1889 por Jeane Bigard y su madre Stephanie, se orienta a la fundación y ayuda espiritual y económica de Seminarios e Instituciones de formación religiosa en tierras de misión. La asistencia financiera se realiza a través de un Fondo de Solidaridad que permite la programación y la realización de las Obras de formación.
La «Obra Pontificia de la Unión Misionera» –originariamente se llamaba «Unión Misionera del Clero»– tiene como fin la animación misionera de los pastores y animadores del Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos y religiosas, así como miembros de institutos seculares.
La Unión fue fundada por el beato padre Paolo Manna, quien obligado abandonar su misión en Birmania por la malaria, se dedicó sobre todo a través de la prensa a difundir la idea de que la misión era deber de todos los cristianos y de todos los consagrados. El Papa Pablo VI la definió como «el alma de las Obras Misionales Pontificias».