CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 mayo 2004 (ZENIT.org).- La credibilidad de la Iglesia hoy depende de la santidad de sus hijos, y en particular, de sus pastores, reconoció este viernes Juan Pablo II.
Fue una de las constataciones a las que llegó al recibir en audiencia a los obispos de California, Nevada y Hawai al final de la quinquenal visita «ad Limina Apostolorum», que todos los obispos hacen al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana.
«La credibilidad de la Iglesia en la proclamación de la Buena Nueva está íntimamente ligada al compromiso de sus miembros por la santificación personal», afirmó el Santo Padre en el discurso que les dirigió en inglés.
«La Iglesia siempre tiene necesidad de purificación y, por tanto, tenemos que seguir constantemente la senda de la penitencia y de la renovación», subrayó. «Como obispos, tenéis que estar en la vanguardia de este camino espiritual de santificación».
«Vuestro ministerio de servicio eclesial, caracterizado por vuestra búsqueda personal de santidad y por vuestra vocación a santificar a los demás, es una participación en el ministerio mismo de Jesús y está orientado a la edificación de su Iglesia», subrayó.
Por eso, constató, «exige un estilo de vida que rechaza de manera evidente toda tentación de ostentación, ambición, o recurso a modelos seculares de gobierno». Un obispo, por el contrario, se debe caracterizar, señaló, por la «caridad, la humildad y la sencillez de vida».