Representante vaticano propone el diálogo como prevención de conflictos religiosos

Declaraciones de monseñor Michael Louis Fiztgerald

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 17 mayo 2004 (ZENIT.org).- En un mundo cada vez más pluralista –«especialmente el occidental»– el diálogo debería ser visto como un medio para reforzar el vínculo entre las religiones a fin de evitar conflictos, propone el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el arzobispo británico Michael Louis Fizgerald.

Cuarenta años se cumplen estos días de la institución de este dicasterio, un aniversario que han querido marcar sus miembros en la asamblea plenaria que celebran del 14 al 19 de mayo.

«Fue Pablo VI quien en Pentecostés de 1964 anunció la institución de este órgano de la Santa Sede para las relaciones con las otras religiones» como «una expresión de la nueva visión de la Iglesia –dada por el Concilio Vaticano II–, (…) que debe estar en diálogo con todos», recordó el prelado el viernes en «Radio Vaticana».

Pero actualmente «existe una nueva conciencia de la importancia de este diálogo» –reconoció– porque «el mundo ha cambiado, en especial el mundo occidental se ha hecho pluralista, y ello da importancia a estas relaciones que deben establecerse entre católicos, entre cristianos en general y personas de otras religiones, también para favorecer la paz en el mundo».

«Y esto lo hemos visto con Juan Pablo II, quien siguiendo el impulso del Concilio invitó a los líderes religiosos a Asís en octubre de 1986 para orar por la paz», una reunión que «considero que tuvo un inmenso impacto en el diálogo con las otras religiones», afirmó monseñor Fitzgerald.

En el contexto internacional y a la luz de «enfrentamientos que no son necesariamente de origen religioso pero que asumen un tinte religioso», monseñor Fitzgerald sugirió considerar el diálogo «un poco como una medicina preventiva más que curativa».

Éste «debería reforzar el vínculo entre las comunidades religiosas, para que puedan resistir a los elementos que vengan del exterior y que pueden poner a estas comunidades en conflicto unas con otras», explicó.

Igualmente constató: «los políticos están interesados ahora en la religión, pero creo que más por un tipo de necesidad de control». Y si bien el interés de los políticos «es por un lado positivo», también representa «un peligro».

«Nosotros no debemos dejarnos manipular por ellos. Hay que buscar conservar una distancia crítica de los gobiernos», alertó monseñor Fitzgerald.

«Creo que nosotros debemos ser la voz de la justicia en el mundo, y esto significa también criticar a nuestros gobiernos si hay necesidad. Y creo que las distintas religiones deben hablar juntas cuando sea posible, y ello sería una ventaja», reconoció el presidente del dicasterio encargado del diálogo interreligioso.

En cuanto a la cuestión de la armonización entre la necesidad del diálogo y el deber de anunciar el Evangelio, el prelado recordó que «el Papa ha dicho que el diálogo interreligioso forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia, por lo tanto es una tarea de la Iglesia».

«Yo diría que es una expresión del amor de Dios por las personas y una forma de respeto por su libertad», aclaró.

«Dios no abandona a las personas; Dios envía su Espíritu a las personas y el Espíritu está activo también más allá de las fronteras de la Iglesia, y por lo tanto cuando entramos en diálogo con las personas de otras religiones hallamos entre ellas el efecto del Espíritu Santo: en sus corazones, pero también en sus tradiciones», constató.

«Esto no significa que no tengamos nada que anunciar: ¡ciertamente debemos anunciar a Jesucristo! El diálogo no es una preparación al anuncio de Cristo, pero no se opone a este mismo anuncio», concluyó monseñor Fitzgerald.

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ZENIT Staff

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