El diálogo es una forma de evangelizar en tiempos de globalización; dice el Papa

Afronta el desafío que plantean las nuevas sociedades multiculturales y multirreligiosas

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 18 mayo 2004 (ZENIT.org).- El diálogo y la acogida fraterna que los católicos tienen que ofrecer a los emigrantes de otras religiones en tiempos de globalización constituyen maneras para anunciar el Evangelio, considera Juan Pablo II.

«El diálogo fraterno y el respeto recíproco no constituirán nunca un límite o un impedimento al anuncio del Evangelio. Es más, el amor y la acogida constituyen la primera y más eficaz forma de evangelización», afirmó el pontífice este martes.

Escucharon sus palabras los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Emigrantes y los Itinerantes, que se celebra en Roma del 17 al 19 de mayo, bajo la presidencia del cardenal japonés Stephen Fumio Hamao sobre el tema «El diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico en el contexto de las migraciones actuales».

El Papa dedicó su discurso a aclarar un difundido malentendido: confundir el diálogo interreligioso con la pérdida de identidad y de las convicciones propias de quien cree en la Iglesia.

«La realidad actual de las migraciones requiere urgentemente de las comunidades cristianas un renovado anuncio evangélico. Interpela el compromiso pastoral y el testimonio de todos: clero, religiosos y laicos», afirmó el Santo Padre.

«Si «globalización» es el término que mejor califica a la evolución actual histórica, también la palabra «diálogo» deber caracterizar la actitud mental y pastoral que todos tenemos que asumir de cara a un nuevo equilibrio mundial. El consistente número de unos doscientos millones de emigrantes los hace más urgente», constató el Papa.

«Cada cultura constituye un acercamiento al misterio del hombre, también a su dimensión religiosa, y esto explica –como afirma el Concilio Vaticano II– por qué algunos elementos de verdad también se encuentran fuera del mensaje revelado, incluso en los no creyentes, que cultivan valores humanos elevados, a pesar de que no reconocen su manantial», indicó.

«Es necesario, por ello, acercarse a todas las culturas con la actitud respetuosa de quien es consciente de que no sólo tiene algo que decir y que dar, sino también mucho que escuchar y recibir», subrayó.

Esta actitud, reconoció, «es necesaria para que el anuncio del Evangelio pueda llegar a todos. De aquí, surge la necesidad del diálogo intercultural: se trata de un proceso abierto que, asumiendo todo lo bueno y verdadero que hay en las diferentes culturas, busca quitar obstáculos en el camino de la fe».

«Este diálogo comporta un cambio profundo de mentalidad y de estructuras pastorales, de manera que todo lo que los pastores inviertan en formación espiritual y cultural, incluidos los encuentros culturales, apunta hacia la dirección del futuro, y constituye un elemento de la nueva evangelización», indicó el obispo de Roma.

«Es necesario, por tanto –subrayó–, que las Iglesias particulares se abran a la acogida, con iniciativas pastorales de encuentro y de diálogo, pero sobre todo ayudando a los fieles a superar los prejuicios y educándoles a convertirse en misioneros «ad gentes» en nuestras tierras».

Por lo que se refiere a los encuentros que esta situación promueve con cristianos de otras confesiones o iglesias, el Santo Padre considera que ofrecen «nuevas posibilidades para la fraternidad y el diálogo ecuménico, lejos de fáciles sincretismos y del proselitismo, una mayor comprensión recíproca entre iglesias y comunidades eclesiales».

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ZENIT Staff

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