ROMA, martes, 18 mayo 2004 (ZENIT.org).- La oración «a María y con María» no sólo lleva a plasmar «en nosotros sus sentimientos», sino también los del Hijo, Cristo Jesús, explica a Zenit un especialista en estudios marianos y consultor de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, el padre Jesús Castellano Cervera, carmelita descalzo.
Con ocasión del mes dedicado a la Virgen, el padre Castellano Cervera –profesor de la Pontificia Facultad Teológica Teresianum– explica en esta entrevista su mediación materna en el misterio de la salvación y el perfil mariano de la espiritualidad de la Iglesia.
–Uno de los misterios centrales de la religión católica se refiere a María. ¿Por qué Dios ha decidido que Jesús naciera de la Virgen?
–P. Castellano Cervera: María entra en la historia de la salvación por una libre decisión de Dios. A partir de los datos de la Escritura, de manera especial los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan, pero también en algunas alusiones de Marcos, podemos encontrar la centralidad de María en la historia de la salvación, desde el mismo inicio, como bien ha mostrado el Concilio Vaticano II en la Constitución «Lumen gentium», especialmente del número 55 al 59, donde con gran sobriedad y profundidad se presenta a María en la historia de la salvación a nivel bíblico.
Obviamente la centralidad de María depende de la centralidad de Cristo, del misterio de la Encarnación del Verbo que ha requerido, en los planes de Dios, un verdadero nacimiento humano del Verbo de una verdadera Madre que ha dado al Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, nuestra naturaleza humana en una concepción y en un nacimiento de una Virgen. Sólo la insondable condescendencia de Dios, que ha querido que el Verbo se hiciera carne nuestra, explica la función materna de María, su dignidad y su importancia.
A partir de este acontecimiento, querido por Dios, María está en el centro de todo el misterio de Cristo y de la Iglesia, ligada a la obra de la Trinidad, al misterio de la Iglesia, al misterio de la salvación.
–¿Por qué ha sido elegida María?
–P. Castellano Cervera: Dios ha elegido a María porque ha querido, en sus planes, por un lado la normalidad de un nacimiento de una madre del pueblo de Israel, y por otro la peculiaridad única de nacer de una Madre Virgen.
Por esto Dios ha preparado desde el principio a esta criatura, la ha colmado de gracia y de benevolencia, ha creado en Ella una psicología virginal y materna particular que se ha desarrollado también con su libertad en el contexto de una esperanza del pueblo de Israel.
El acontecimiento de la Anunciación según el Evangelio de Lucas nos permite entrar en estos planes de Dios escuchando las palabras del Ángel, mensajero de la Buena Nueva, y de la Virgen, libre y sapiente que se abandona totalmente a la voluntad de Dios.
–Con el nacimiento de Jesús, María se ha convertido en el sello de la alianza entre el Creador y la humanidad. ¿Es también por esto que los fieles se dirigen a Ella como abogada nuestra, como aquella que es la más escuchada por el Señor?
–P. Castellano Cervera: La alianza de la Encarnación es ya parte de la Nueva Alianza prometida por los profetas, y María es la protagonista. De diferentes formas podemos subrayar este carácter de alianza en María entre Dios y la humanidad. Es alianza nueva y gratuita porque depende de la voluntad de Dios. Tiene la novedad de una alianza hecha esta vez con una mujer-madre.
Es una alianza que se realiza con la unión entre lo divino y lo humano con la maternidad humana de María y la fecundidad del Espíritu. Es la alianza en la que María, con corazón nuevo y renovado por la gracia del Espíritu Santo, se entrega totalmente a la voluntad del Padre. Es una alianza en la que María, además de su participación personal, actúa también como nuevo Israel y primicia de la Iglesia.
De este protagonismo de María podemos entender el sentido de su mediación materna en el misterio de nuestra salvación y reconocer que entre todos los títulos de María, como enseña el Concilio Vaticano II, Ella también es llamada Mediadora, Auxilio, Abogada.
Son títulos que no deben oscurecer su dependencia de Cristo, nuestro abogado junto al Padre, y del Espíritu, que es también Paráclito, abogado en nuestra oración. María ora por nosotros con los gemidos del Espíritu e intercede con el Espíritu por la salvación de todos.
–¿Qué importancia tiene en la vida de un católico la devoción y la oración mariana? ¿Qué relación existe entre María, la piedad y la caridad cristiana?
–P. Castellano Cervera: Urs Von Balthasar hablaba del principio o perfil mariano de la Iglesia, y decía que la espiritualidad cristiana es espiritualidad mariana, especialmente en el sentido de que el cristiano mira a María para tener sus mismos sentimientos: acoger con docilidad la palabra de Jesús, encarnar su presencia personal y comunitariamente en el mundo, dar a Cristo a los otros.
La oración a María y con María, la «comunión filial» con María, como me gusta subrayar, expresa la contemplación, la invocación y la imitación de María, de forma que la cercanía con María en la oración pueda plasmar en nosotros sus sentimientos y con ellos los de Cristo Jesús.
La oración mariana lleva a la contemplación, a la imitación, pero también a la gracia de sentirse en comunión con María, que plasma en nosotros los «rasgos del primogénito», como escribió Pablo VI en la «Marialis Cultus» (n. 57) en una felicísima síntesis del sentido de la piedad y de la espiritualidad mariana.
En consecuencia, contemplando el amor filial hacia el Padre, materno hacia Cristo, esponsal hacia el Espíritu, universal hacia todos, aprendemos el verdadero sentido de la piedad y el deber de la caridad universal y concreta.
María nos dice constantemente: «Haced lo que Él os diga». Sor Lucía de Fátima ha definido esta frase como «el mandamiento de María».