ROMA, lunes, 31 mayo 2004 (ZENIT.org).- Sacar a la luz el estrechísimo vínculo que existe entre fe y arte está entre los objetivos de la Jornada de reflexión sobre «Catolicismo y literatura del siglo XX» –promovida desde el año 2000 por el Consejo Pontificio para la Cultura–, cuya V edición se celebrará el martes en Roma poniendo el foco de atención en la literatura en los países de lengua española.
Esta circunstancia ha llevado al cardenal Paul Poupard, presidente del organismo vaticano, a una colaboración con Javier Ruiz Sierra, director del Instituto Cervantes en Roma.
Para profundizar en el sentido de la iniciativa, Zenit ha entrevistado al periodista Andrea Monda, quien, como en los años precedentes, se ha encargado de la realización de esta jornada de reflexión.
–¿Cuál es el sentido de esta iniciativa cultural?
–Andrea Monda: Hay que diferenciar: por un lado existe un aspecto común que une a todas las jornadas que anualmente, desde la primera del 1 de febrero del 2000 hasta la del próximo 1 de junio, intentan poner en el centro el problema de la relación entre literatura y catolicismo en el siglo XX, el llamado siglo de la «muerte de Dios». Por otro lado está la jornada especial que vamos a celebrar, la relativa a la literatura de lengua española.
Por lo que se refiere al primer aspecto, el relativo al «fondo» en que se mueven todas estas jornadas, el punto de partida es que la relación con Dios y con la fe cristiana es sin duda la raíz profunda de la obra de algunos protagonistas fundamentales de la literatura del siglo XX. Esto es, se quiere poner en el centro el hecho de que entre arte y fe existe un vínculo estrechísimo y que bajo este aspecto la presencia del catolicismo siempre ha significado mucho, también en el siglo XX.
Contra todo prejuicio fácil por el que el catolicismo no tendría contacto con el mundo cultural y artístico, se quiere en cambio subrayar que la Biblia es el Gran Código (por citar al crítico literario Northrop Frye) de la cultura y de la literatura occidental, que la figura de Cristo y de la Iglesia, a menudo de modo controvertido y atormentado, están sin embargo siempre presentes, frecuentemente de manera incluso escondida y misteriosa, en muchas grandes obras de los escritores del siglo XX.
–En sus encuentros, siguen una «geografía de la salvación». ¿Puede explicar qué quieren decir?
–Andrea Monda: Tras la primeras dos ediciones, de alguna forma más «generales», desde la tercera hemos querido seguir un criterio también geográfico, casi para querer citar a Pablo VI, quien hablaba de una historia pero también de una «geografía de la salvación».
Cada comunidad étnica del mundo, que encuentra en la lengua y en la literatura una precisa forma expresiva del propio genio, tiene su modo singular de manifestar la propia fe, de «decir Dios». Y entonces partimos primero de Francia; después, en la pasada edición, se reflexionó en particular sobre la relación entre Europa occidental y países de la Europa centro-oriental (entre otras cosas, en la jornada del 1 de junio se presentarán las actas de la cuarta edición, publicadas por la revista Nuevo Areópago).
Para la edición de este año al principio había indecisión entre la literatura anglo-americana y la hispana e hispanoamericana. Después de la tragedia de Madrid del 11 de marzo, optamos inmediatamente por España, también como señal de solidaridad. Por lo tanto la perspectiva es la de examinar de nuevo la otra vertiente de Europa, en particular España, y todos aquellos países que en estrecha relación cultural y lingüística con ella, han desarrollado una singular literatura propia, en la que el diálogo con el catolicismo tiene una notable importancia y resulta determinante para su plena comprensión.
–¿A qué autores han explorado?
–Andrea Monda: Punto de partida ha sido la figura, central, de Miguel de Unamuno. Al profesor Armando Savignano, gran experto del escritor español, está confiada de hecho una de las intervenciones iniciales. Pero es interesante observar cómo el mundo literario constituye frecuentemente redes de continuas interrelaciones entre los distintos autores; por ejemplo, Savignano puede afirmar tranquilamente en su meritoria relación que «como ha subrayado María Zambrano, la religión de Unamuno es esencialmente poética, porque está basada en la experiencia de la palabra creadora».
Aparte del concepto, profundo y fascinante, me parece interesante este reenvío a una figura como la de Zambrano, más bien filosófica que literaria. Pero es justamente el continuo interés de Zambrano en la literatura lo que nos ha «autorizado» a introducir una intervención sobre esta autora, la de la estudiosa María Teresa Russo, dedicada al tema de la «Nostalgia; esperanza del alma exiliada».
Además tendremos también otros «clásicos» de la poesía y narrativa española y sudamericana, como Borges –del que hablará Cesare Cavalleri, director de la revista «Studi Cattolici» («Estudios Católicos», ndr)–, Gabriel García Márquez, confiado a Guillermo León Escobar –embajador colombiano ante la Santa Sede–, pero también un autor tal vez imprevisible como García Lorca: de su aspecto religioso hablará el joven poeta español Juan Vicente Piqueras.
Su presencia, junto a la de Davide Rondoni y Enrique de Rivas, confirma una «línea» que siempre hemos seguido desde la primera edición: el hecho de que los ponentes no sean sólo críticos literarios y profesores, sino también literatos y escritores, para ofrecer una aproximación «interna» a fin de afrontar la literatura tal y como se encarna en las experiencias de los hombres.