Las diócesis de Estados Unidos, al igual que las del resto del mundo, contribuyen con la financiación de la Santa Sede, según establece el canon 1271 del Código de Derecho Canónico y constituyen la principal entrada de su presupuesto.
Después de la Iglesia de Estados Unidos, en orden de contribución económica, se encuentran varios países europeos.
«En el pasado año no ha habido ninguna disminución en las aportaciones de los Estados Unidos, que siempre están en el primer puesto en las ofertas», manifestó el purpurado durante la presentación a la prensa del balance económico consolidado de la Santa Sede relativo al año 2003.
Los datos han desmentido afirmaciones de órganos de prensa en meses pasados, según los cuales, habría disminuido decisivamente la ayuda de la Iglesia católica en Estados Unidos a la Santa Sede, a causa de los escándalos atribuidos a sacerdotes en ese país.
Tanto el presidente de la prefectura como el contable general, Paolo Trombetta, explicaron a los periodistas que la Santa Sede tiene una política de mantenimiento de patrimonio y que busca «inversiones seguras aunque sean de bajo rendimiento».
En este sentido, aclararon que las inversiones son «conservativas» y «no especulativas».