El Papa, que se mostraba sonriente, salió del chalet de la localidad de Les Combes en torno a las once de la mañana para dirigirse en coche a un destino que, como de costumbre, no se hizo público para garantizar su privacidad.
El día anterior, el Santo Padre había pasado el día en Mont Chaussi, en la zona de Quart, a 1.600 metros de altura. Allí se encuentra un mirador desde el que se contemplan los majestuosos montes Milius y Becca di Nona.
La excursión sentó bien al pontífice, quien al regresar lucía un rostro ligeramente bronceado, constata «Radio Vaticano».
Al regresar a casa, el Papa se detuvo antes de llegar al chalet para saludar a las numerosas personas que le habían esperado durante horas.
El Santo Padre tomó en brazos a dos niños de pocos meses y acarició a Camilla, una pequeña de siete años, dándoles un beso con una gran sonrisa.