«El perdón ofrecido y aceptado es una premisa indispensable para caminar hacia una paz auténtica y estable, pues no se puede permanecer prisionero del pasado», aseguró el purpurado salesiano durante la misa, en la que participó el nuncio apostólico, el arzobispo Jean Paul Gobel, acompañado por clero de la archidiócesis.
Se requiere «realizar una especie de purificación de la memoria, y releer la historia con sentimientos nuevos, aprendiendo de las experiencias sufridas», en el pasado, subrayó el cardenal.
La misa se celebró en respuesta a una petición del ex presidente Daniel Ortega, líder del FSLN, quien confesó: «creo que ha sido uno de los mensajes más hermosos y más profundos que hemos escuchado de su eminencia».
El 15 de julio, Ortega ya había pedido perdón al cardenal Obando Bravo por «viejas ofensas» y solicitó la misa como símbolo de reconciliación.
El cardenal dedicó la misa a la memoria de los cincuenta mil nicaragüenses que murieron durante el conflicto militar entre el gobierno sandinista y los grupos de la contrarrevolución en los años ochenta.
En la celebración participaron unas dos mil personas, en su mayoría cercanos al sandinismo, que lucían los colores rojo y negro, distintivos del FSLN.