En un telegrama enviado por el el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al arzobispo Karl-Josef Rauber, nuncio apostólico en Bélgica, el Papa asegura que «se une con la oración a las personas afectadas por ese drama».
Al cerrar esta edición, fuentes gubernamentales informaron que al menos 14 personas murieron y otras 200 resultaron heridas en la explosión de una conducción de gas. Anteriormente, la cadena de televisión pública belga VRT afirmaba que los fallecidos eran 15.
El Santo Padre, en su mensaje, «confía los difuntos a la misericordia de Dios para que los acoja en su paz. Reza por los numerosos heridos y sus familias, para que encuentren en torno a ellos ayuda y consuelo».
Juan Pablo II «alienta a los socorredores y a los diversos servicios sanitarios en la importante misión de acoger y curar a los heridos y de prestar asistencia a las familias y a los habitantes de la región».
Por último, el obispo de Roma «pide al Señor que haga sentir a todos su cercanía y concede a los heridos, a sus familiares y a todos los afectados por esta catástrofe la bendición apostólica».