El obispo del Cáucaso reclama la liberación de los escolares secuestrados en Osetia del Norte

Una escuela en esa República rusa ha sido asaltada por un comando terrorista chechén

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TIFLIS, jueves, 2 septiembre 2004 (ZENIT.org).- De «impactante» ha calificado el administrador apostólico del Cáucaso de los Latinos, monseñor Giuseppe Pasotto, el asalto del miércoles, por parte de un comando terrorista chechén, a una escuela de Beslán –en la república rusa de Osetia del Norte–.

El comando secuestró a 354 personas –entre ellas 132 niños–, la mayoría de las cuales permanecen retenidas.

En un primer día marcadamente festivo de curso, el grupo terrorista penetró en el centro escolar, minó los alrededores del edificio, situó a niños cerca de las ventanas como escudos humanos y dio a conocer sus exigencias, advirtiendo de que volaría el edificio si le atacaban.

Durante el asalto al colegio murieron 13 personas. Además hay un fallecido entre los terroristas.

Monseñor Pasotto afirmó este jueves estar «desconcertado por cuanto está sucediendo», en particular «por el hecho que sean tenidos como rehenes los niños, considerados “sagrados” e “intocables” en la cultura caucásica».

«Se debe dejar fuera a los niños de estos actos criminales y hay que liberarlos inmediatamente», exhortó en declaraciones telefónicas a la agencia «Sir» del episcopado italiano.

«Lo que estamos viviendo –prosigue– son días de sangre con las muertes en Moscú, en Irak y el ataque en Osetia», un «mal despertar para las poblaciones de estas tierras caucásicas» que «desde lo cerrado de sus realidades políticas y sociales son lanzadas a una realidad marcada por la violencia terrorista».

En su opinión, se trata de «un modo brutal para entender que forman parte de un mundo mucho mayor. Y son verdaderamente muchos los que no entienden hasta el fondo los motivos de lo que está ocurriendo».

Reclaman los terroristas que Rusia retire su ejército de Chechenia, finalice las acciones militares en esa República y libere a los guerrilleros ingushes detenidos tras la sangrienta incursión del pasado 21 de junio dirigida por las fuerzas federales rusas en la vecina república de Ingushetia.

Las exigencias de los secuestradores –una veintena– fueron transmitidas al doctor Leonid Roshal, quien estuvo involucrado en las negociaciones, sin éxito, del secuestro del teatro de Dubrovka en Moscú hace dos años.

Los terroristas alertaron igualmente de que sólo negociarían con Aslanbek Aslajánov –presidente electo de Chechenia–, con el presidente de Osetia del Norte, Alexandr Dzasójov, y con el presidente de la República de Ingushetia, Murat Ziázikov.

Al cierre de esta edición, el comando terrorista había liberado a 26 rehenes, mujeres y bebés, gracias a la mediación del ex presidente de Ingushetia, Ruslán Aushev.

«La esperanza es que este asunto concluya sin derramamiento de sangre activando los adecuados canales de diálogo –manifestó el Administrador Apostólico–. No es con las armas que se resuelven los problemas. En lo que podemos, invitamos a todos a la oración, a compartir y solidarizarse con las familias golpeadas por este drama».

Algunos familiares de los niños secuestrados han solicitado al presidente ruso Vladimir Putin que acepte discutir las reivindicaciones de los secuestradores para evitar una masacre, recoge la emisora moscovita «Radio Eco». A la iniciativa se ha adherido una asociación que representa a varios familiares de víctimas del secuestro del teatro Dubrovka.

Según aseguró este jueves Putin, la prioridad de las autoridades de Moscú respecto al secuestro de Beslán es ahora «salvar la vida de los rehenes» y todo será «subordinado exclusivamente a este objetivo».

El comando que ha tomado la escuela pertenece al «Segundo Grupo del Salajin Riadus Shajidi», apunta «The New York Times». El primer grupo de estos combatientes suicidas fue el responsable del ataque al teatro Dubrovka de Moscú.

En aquella acción, perpetrada en octubre de 2002, los independentistas chechenes tomaron como rehenes a ochocientas personas. El episodio se cerró con el asalto de las fuerzas de seguridad que llevó a la liberación de 650 rehenes, pero también a la pérdida de 130 vidas, además de la muerte de los 41 secuestradores.

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ZENIT Staff

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