Aprovechando que el primer domingo de septiembre ha sido nombrado por la Iglesia católica en México como «Día del Migrante», y la asistencia de la pareja presidencial a la misa de doce en catedral metropolitana de la Ciudad de México, el cardenal Rivera Carrera afirmó que «crear condiciones concretas de paz, por lo que atañe a los emigrantes y refugiados, significa comprometerse seriamente a defender ante todo el derecho a no emigrar, es decir, a vivir en paz y dignidad en la propia Patria».
«Gracias a una atenta administración local o nacional, a un comercio más equitativo y a una cooperación internacional solidaria –añadió Rivera Carrera–, cada país debe poder asegurar a sus propios habitantes no sólo la libertad de expresión y de movimiento, sino también la posibilidad de colmar necesidades fundamentales, como el alimento, la salud, el trabajo, la vivienda, la educación, cuya frustración pone a mucha gente en condiciones de tener que emigrar a la fuerza».
Paradójicamente, los emigrantes mexicanos se han convertido en una de las tres más importantes líneas de ingresos para el país.
Según el Banco de México, en los cuatro años de presidencia de Vicente Fox, los trabajadores mexicanos en Estados Unidos han mandado remesas del orden de 42 mil millones de dólares estadounidenses; 174 por ciento más que lo que se envió desde Estados Unidos de 1996 al año 2000.
Más adelante, durante la rueda de prensa, el cardenal Rivera Carrera reconoció que México se encuentra en un momento difícil en relación con Estados Unidos.
El proceso electoral de Estados Unidos, afirmó, hace difícil avanzar en ese campo de los acuerdos migratorios. «Esperamos que el que quede de presidente en los Estados Unidos sea más benigno y pueda abrir caminos nuevos para que nuestros paisanos sean tratados mejor», concluyó.