CASTEL GANDOLFO, domingo , 12 septiembre 2004 (ZENIT.org).- En medio de un mundo flagelado por la violencia, Juan Pablo II dejó tres consignas este domingo a los cristianos: contemplación, comunión, misión.
«La «contemplación» –aclaró– para caminar por el camino de la santidad; la «comunión» para promover la espiritualidad de la unidad; la «misión» para ser fermento evangélico en todo lugar».
Escuchaban las palabras del Papa varios centenares de peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, la localidad cercana a Roma en la que el Santo Padre transcurre los últimos días del verano.
Fue la misma consigna que había dejado el domingo anterior al despedirse de los 250 mil peregrinos, en su mayoría de la Acción Católica, que habían participado en la localidad italiana de Loreto en la beatificación de Alberto Marvelli, Pina Suriano y Pere Tarrés i Claret.
El obispo de Roma comenzó su tradicional encuentro dominical con los peregrinos recordando la fiesta del dulce nombre de María y pidiendo a la Madre de Dios que «vele por la humanidad en esta hora marcada por sobrecogedoras explosiones de violencia».
«Que vele especialmente por las nuevas generaciones, deseosas de construir un futuro de esperanza para todos», añadió.
«Percibí esta viva aspiración a un mundo de justicia y de paz también en los muchachos, en los jóvenes, y en los adultos de la Acción Católica», constató después el Santo Padre.
«La Iglesia cuenta con la activa presencia de la Acción Católica y con su fiel entrega a la gran causa del Reino de Cristo», aseguró.
«Yo también tengo una gran confianza en la Acción Católica y aliento a todos sus miembros a ser testimonios generosos del alegre anuncio evangélico para volver a dar esperanza a la sociedad actual en búsqueda de paz», concluyó.