ROMA, jueves, 23 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La «Comunidad de San Egidio» manifestó el martes su pesar por la suspensión de las conversaciones de paz para la región sudanesa de Darfur y ha reclamado la intervención de la comunidad internacional ante la magnitud de la tragedia humanitaria en marcha.
El 14 de septiembre se anunció la suspensión por un mes de las negociaciones –bajo la supervisión de la Unión Africana (UA)— iniciadas el 23 de agosto entre las representaciones de la guerrilla de Darfur y el gobierno sudanés, cuya celebración estaba teniendo lugar en Abuja (Nigeria).
Entre 35 mil y 50 mil muertos y dos millones de desplazados internos es el resultado estimado de los combates que desde febrero de 2003 enfrentan a grupos rebeldes de autodefensa populares –el «Movimiento para la Justicia y la Igualdad» (JEM) y el «Ejército-Movimiento de liberación de Sudán» (SLA-M)– y el gobierno de Jartum.
A éste acusan de abandonar la región occidental sudanesa de Darfur porque su población es mayoritariamente negra y de financiar las milicias «Janjaweed» –salteadores árabes activos en el oeste sudanés–, que desde hace años siembran muerte y destrucción entre las poblaciones no árabes.
De ahí que cerca de 200 mil refugiados hayan huido al Chad oriental, en la región fronteriza de Darfur. De éstos, más de 170 mil están en campos de refugiados.
Lamentando la interrupción las conversaciones de paz para Darfur, la «Comunidad de San Egidio» –«habiendo participado en calidad de observador en las negociaciones de Addis Abeba y de Abuja»– «espera que tal suspensión no perjudique la continuación de las conversaciones» y subraya «que la vía negocial es la única capaz de llevar una paz justa a la región».
Por ello, «expresa su apoyo a la iniciativa de la Unión Africana y se declara disponible a cualquier ulterior intervención para facilitar la reanudación de los encuentros», a la vez que «alienta a las partes a retomar lo antes posible las conversaciones».
La «Comunidad de San Egidio» «subraya además que durante la primera sesión negocial se dieron algunos pasos adelante para permitir el libre acceso por parte de agencias humanitarias a todo Darfur», algo de «particular importancia porque» puede mejorar «las condiciones de vida de los refugiados».
Según alerta el movimiento eclesial, «la desesperada situación humanitaria y el gran número de víctimas provocadas por el conflicto y por sus consecuencias requiere la máxima atención y la intervención de la comunidad internacional, y en primer lugar de las Naciones Unidas».
De hecho «es precisamente a la condición de las víctimas, de los prófugos y de los refugiados adonde se dirige en primer lugar la atención de la “Comunidad de San Egidio” en estos meses con el envío de convoyes de ayuda al campo de Farchana en Chad», puntualiza el comunicado.
Mientras las agencias de ayuda, como el consorcio formado por «Cáritas» y «Action by Churches Together» (ACT), se esfuerzan en el reparto de alimentos y de medios sanitarios en la región, «la cuestión de la seguridad sigue siendo el problema principal para los prófugos internos de Darfur», denunció a «Fides» Laura Boldrini, responsable por Italia del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR).
«A pesar del anuncio del “alto el fuego”, tenemos testimonios de continuos ataques por parte de las milicias Janjaweed contra la población civil en la región», alertó.
Además, si bien no se tiene noticia «que haya habido recientemente ataques por parte de la aviación gubernamental contra los pueblos de la región», «hemos recogido en cambio testimonios que confirman que hasta julio-agosto hubo bombardeos aéreos coordinados con los ataques de las milicias –prosigue Boldrini–. Los milicianos de hecho atacaban los pueblos en cuanto eran bombardeados».
La responsable italiana en UNHCR comparte la opinión de que «la comunidad internacional debe acentuar las presiones para poner fin a esta situación: Darfur representa actualmente la mayor emergencia humanitaria a nivel mundial». Añade que el «gobierno sudanés tiene la obligación de proteger a su población civil y de poner fin a la violencia».
Más de 40 mil personas pertenecen actualmente a la Comunidad de «San Egidio», un movimiento católico surgido en Roma en 1968 por inspiración del historiador laico italiano, Andrea Riccardi.
«San Egidio» está comprometido en más de 60 países de diferentes continentes en la evangelización y asistencia de los más pobres, la promoción del diálogo ecuménico e interreligioso, y los proyectos de paz y de resolución de conflictos.
Miembros del movimiento han sido mediadores decisivos –entre otros momentos— para el final de la guerra civil de Mozambique y Guatemala, y el año pasado en la promoción del acuerdo de paz en Liberia.
Más información en www.santegidio.org .