MADRID, lunes, 27 septiembre 2004 (ZENIT.org–Veritas).- Rafael Navarro-Valls, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y Secretario General de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, acaba de publicar en Ediciones Encuentro un libro titulado «Del Poder y de la Gloria».
Se trata de una colección de ensayos que abordan mayoritariamente aspectos diversos de la presidencia de los Estados Unidos (donde «el poder político se da en estado puro») y de aquella otra autoridad espiritual que representa Juan Pablo II.
El libro trata también cuestiones sobre «Sexo, Matrimonio y Derecho», «Cultura y Universidad» y «Conciencia contra ley», que el autor explica en esta entrevista con la Agencia Veritas.
–¿Cuál ha sido su intención al recoger esa serie de ensayos en su libro?
–Rafael Navarro-Valls: Al abordar en paralelo el poder del presidente de los Estados Unidos y el poder de la primera autoridad espiritual de la Tierra, que es el Papa, he querido poner de manifiesto una serie de contrastes que se dan entre ambos poderes, separados solamente por «una delgada línea roja».
Si Washington es un teatro político del que el presidente es su actor principal, Roma es la sede de un Papa que cree que cualquier persona es este mundo es actor de una gran obra de teatro de la que Dios es autor.
–La presidencia de Estados Unidos está en primer plano con la cercanía de las elecciones del 2 de noviembre. ¿Cuáles son, según su opinión, las características éticas que han de darse en quien es el hombre más poderoso del Mundo?
–Rafael Navarro-Valls: La presidencia tiene dos caras: una que evoca esperanza y leyenda; otra, más oscura, que aporta promesas no cumplidas y duras realidades. Kissinger decía que «hay que ser un ególatra rico y sin trabajo para poder ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos».
No es éste mi punto de vista. Pienso que un Presidente ha de tener carácter, curiosidad intelectual, energía, sentido de la historia y visión de futuro.
Las crisis con que se enfrenta diariamente en el Despacho Oval son una cadena de desafíos, que no siempre los presidentes han sabido resolver. Es natural, pues, que en estos ensayos (los que cubren la primera parte del libro) se encuentre de todo: escándalos y leyendas, errores de bulto y aciertos, integridad y corrupción.
El análisis que hago de las presidencias de Roosevelt, Kennedy, Reagan, Bush, padre, Clinton, Bush hijo, etc así lo demuestra. Aunque el libro también analiza otros personajes en los que el poder marcó su trayectoria: Churchill, De Gaulle, Bob Kennedy.
–Usted dedica la parte más extensa del libro a realizar un análisis del «poder espiritual», y temas conexo con él. ¿Cuál es su punto de vista sobre Juan Pablo II?
–Rafael Navarro-Valls: Juan Pablo II es un revolucionario que encabeza una revuelta contra un modo de vida dominado, como dijo Indro Montanelli, «por ese ansia de lo nuevo que por la tarde ya ha convertido en decrépito lo que había inventado por la mañana».
Sus «divisiones acoradas» (al contrario de las del Pentágono) no son mensurables en guarismos bélicos, pero sus actuaciones y sus palabras tienen la fuerza de la sinceridad-que sus enemigos tachan de temeridad- de quien pone el listón por encima de la mediocridad ambiente.
Buena parte del libro, en efecto, aborda una serie de temas que tienen al poder espiritual del Papa como protagonista. Un poder –como antes he dicho– que muchas veces está separado del terreno solamente por una delgada frontera.
Es natural que en esa frontera surjan escaramuzas de entidad (laicidad y sus límites, libertad de expresión y factor religioso, sectas, lo público y lo privado en la actuación política etc), que estudio detenidamente.
Además, en el libro se analizan toda otra serie de actuaciones de Juan Pablo II (viaje a Cuba, Oriente Medio, su lucha por los derechos humanos, sus relaciones con la OLP e Israel, Fátima y el tercer secreto, su enfrentamiento con los nuevos totalitarismos etc), que ilustran una llamativa y constante actividad.
Los desafíos que el Papa debe afrontar en San Pedro son mucho más complejos que los del Presidente en el Despacho Oval.
–En dos ocasiones en esta entrevista se ha referido a la «delgada línea roja» que separa el poder espiritual del poder terreno, ¿puede ampliar más esta idea?
–Rafael Navarro-Valls: Sólo un ingenuo puede desconocer que en esa región fronteriza incierta no haya incidentes. Pero una cosa son los incidentes y escaramuzas y otra las paradojas.
Hoy se observa una curiosa tendencia de los medios de comunicación a intervenir y enjuiciar actuaciones exclusivamente religiosas de las autoridades eclesiásticas.
Una tendencia que, en su forma extrema, enciende hogueras civiles en cuyas piras son lanzadas esas autoridades, al modo de nuevo «herejes» sociales.
Algo de esto está ocurriendo en España ante actuaciones legítimas de la autoridad eclesiástica al enjuiciar la política familiar del Gobierno en materia de divorcio, enseñanza de la religión, matrimonio de homosexuales etc. Si se analiza buena parte de la prensa y televisión el resultado es un docudrama de larga duración, que tiende a la interpretación sesgada de enfrentar una «jerarquía chapada a la antigua» con «valientes reformadores» del interior y exterior de la Iglesia.
También está pasando, por ejemplo, en Estados Unidos. No hace mucho se publicó un extenso trabajo (Media Coverage of the Catholic Church) en el que se analizaba el tratamiento, por los grandes medios de comunicación, de temas conectado con la doctrina moral de la Iglesia católica. Resultado: los argumentos de las noticias giran desenfocadamente, «en torno a una autoridad eclesiástica sometida asedio que lucha por imponer sus tradiciones con unas formas de control autoritarias y un enfoque anacrónico de la sociedad moderna».
Especialmente pasa con las noticias conectada con el mundo gay. Estamos asistiendo a una forma de «clericalismo a la inversa» que pretendería desde el lado civil revivir el viejo regalismo laico, es decir, someter la religión a los intereses ideológicos. Una especie de confesionalismo laico de nuevo cuño.
–Otra parte del libro está dedicada a una serie de ensayos sobre «Sexo, Matrimonio y Derecho» ¿Cómo conectan aquí poder civil y poder eclesiástico?
–Rafael Navarro-Valls: Esa parte incluye una serie de trabajos que ponen de manifiesto que el más delicado punto de sutura entre la sociedad civil y las Iglesias es, precisamente, el matrimonio y la familia. Esta última («la democracia más pequeña») sufre hoy los vientos de fronda de concepciones que están alterando su tradicional contextura.
Conviene rescatarla de la pasión mediática, metiéndola por veredas de perspectivas serenas, cuestiones como violencia sexual, parejas de hecho y «parejas de siempre», la nueva bioética, los rompecabezas morales que originan las nuevas técnicas procreativas y tanto otros desafíos éticos y jurídicos. Eso es lo que intento en el libro.
–¿Cuál es el tema del capítulo que titula «Conciencia contra ley»?
–Rafael Navarro-Valls: No hay poder espiritual más poderoso que el de la propia conciencia. Esto explica que, cada vez con más frecuencia, en el fondo de la conciencia humana no sea excepcional el planteamiento de un oscuro drama:
el que supone optar entre el deber de conciencia que impone la norma legal (con base en lo que pudiéramos llamar «la conciencia común de la sociedad») y el deber, en ocasiones de resistirla, cuando la norma moral lo exige, esto es, la co
nciencia individual.
Lo que hace años fue el núcleo de la objeción de conciencia-la negativa al servicio militar armado- hoy ha estallado en mil direcciones distintas en una especie de big-bang jurídico: objeción de conciencia al aborto, objeción de conciencia farmacéutica, a tratamientos médicos, objeción de conciencia fiscal, en los medios educactivos, objeción de conciencia científica etc.
¿Qué está pasando en el Derecho occidental? Dejando al margen el oportunismo de conductas aisladas, probablemente sucede que las minorías captan con especial sensibilidad ciertas paradojas que se dan hoy en la cultura moderna.
Así, por ejemplo, en la sociedad secularizada la vida humana adquiere una terrible seriedad. Al difuminarse el sentido de la vida ultraterrena la vida del más acá adquiere un protagonismo especial. Pero al tiempo, esa vida humana está potencialmente amenazada por conflictos bélicos, así como por legislaciones que autorizan la muerte al principio o en el ocaso de la vida. No es extraño que surjan objeciones de conciencia en este campo.