PAMPLONA, martes, 28 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Mariano Artigas acaba de publicar un libro sobre el evolucionismo y su relación con la filosofía y la religión, titulado «Las fronteras del evolucionismo» (Eunsa) en el que constata que hay cuestiones que la ciencia no pude resolver.
Artigas (Zaragoza, 1938) es miembro de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias de Bruselas y de la Academia Pontifica de Santo Tomás del Vaticano.
Es Doctor en Ciencias Físicas y en Filosofía y es profesor ordinario de Filosofía de la Naturaleza y de las Ciencias en la Universidad de Navarra.
La ciencia es «uno de los logros más importantes de la historia humana», afirma en esta entrevista concedida a Zenit, pero advierte ante «el imperialismo científico que pretende juzgar todo mediante la ciencia: eso ya no es ciencia, sino una filosofía mala que suele denominarse cientificismo».
–¿El título «Las fronteras del evolucionismo» indica que hay cuestiones que caen fuera de la competencia de la ciencia?
–Artigas: Le responderé con palabras de Stephen Jay Gould, uno de los evolucionistas más importantes del siglo XX. Fue durante casi toda su vida profesor de la Universidad de Harvard. Fue autor, junto con Niles Eldredge, de la teoría del «equilibrio puntuado», que figura en todos los tratados de evolución. Murió de cáncer en 2002, a los 60 años. Era agnóstico. En sus últimos años publicó dos libros sobre las relaciones entre ciencia, humanidades y religión, y sostenía que ciencia y religión son «dos magisterios que no se superponen», porque la ciencia estudia la composición y funcionamiento del mundo natural, mientras que la religión trata sobre cuestiones espirituales y morales.
Gould afirmaba que no tiene sentido buscar respuesta a las preguntas sobre el sentido de la vida en la ciencia natural.
Otro evolucionista muy conocido, Richard Dawkins, profesor de la Universidad de Oxford, es ateo y ataca a la religión, pero reconoce que el estudio de la evolución no puede proporcionar respuesta a los problemas morales.
–Es interesante su visión sobre evolución y creación: «La evolución sólo puede darse si existe algo capaz de evolucionar: una evolución desde la nada es un contrasentido. Por eso, las teorías evolucionistas no pueden ser utilizadas para afirmar ni negar la creación». ¿Puede iluminar más esta afirmación?
–Artigas: La idea cristiana de creación se refiere a que todo lo que existe depende en su ser de Dios.
En cambio, la evolución se refiere a cómo proceden unos seres de otros en el mundo creado a través de una herencia con modificación. Son dos planos diferentes.
Esto ya fue reconocido por no pocos cristianos en el siglo XIX, y hace tiempo que es generalmente aceptado por casi todos los cristianos, exceptuando algunos grupos fundamentalistas protestantes que son minoritarios en los Estados Unidos pero arman mucho ruido.
Lo que pasa es que no es fácil imaginarse cómo es la acción de Dios, porque no tenemos otros ejemplos semejantes.
–Usted no pretende criticar las teorías científicas de la evolución, pero hay algunos cristianos que lo hacen. ¿Qué opinión le merecen?
–Artigas: Que están en su derecho. Cualquiera puede criticar las teorías científicas, que se formulan públicamente y se apoyan en argumentos conocidos.
Pero esas críticas, para que sean serias, deben apoyarse en razones bien fundamentadas. Los «creacionistas científicos» norteamericanos han utilizado argumentos bastante poco convincentes, y han utilizado la Biblia como si fuera un tratado científico, extrayendo de ella doctrinas que van más allá del sentido de los libros sagrados.
–Pero, ¿qué hacemos con el Libro del Génesis?
–Artigas: Pues extraer de él las doctrinas religiosas que contiene, que son muy importantes y que son las que han sido subrayadas por la Iglesia a través de los siglos: por ejemplo, que Dios es el creador de todo lo que existe, que tiene una providencia especial con el ser humano, que en sus orígenes el ser humano se apartó de Dios, que Dios tiene planes de salvación para el género humano y los ha desarrollado a través de la historia.
Hace siglos, en Occidente la Iglesia se ocupaba de casi toda la cultura; el desarrollo de la ciencia moderna ha ayudado a dejar más claro cuál es el ámbito de las verdades religiosas y a distinguir esas verdades del revestimiento en que han sido presentadas (los seis días, la manzana, la serpiente).
–No debería haber ningún problema para combinar evolución y Dios, y, sin embargo, hay conflicto. ¿Cómo se resuelve?
–Artigas: Estudiando y evitando prejuicios. Pensando en lo que significa que Dios es causa primera del ser de todo lo que existe, y que las criaturas son causas segundas, que causan de verdad, pero dependen completamente de Dios, aunque Dios respeta las capacidades que Él mismo les ha dado.
Advirtiendo que la ciencia es uno de los logros más importantes de la historia humana, pero evitando el imperialismo científico que pretende juzgar todo mediante la ciencia: eso ya no es ciencia, sino una filosofía mala que suele denominarse cientificismo.