El Evangelio, respuesta al «deterioro moral» en Colombia; afirma el Papa

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Al recibir a un grupo de obispos en su quinquenal visita a Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 30 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este jueves a los obispos colombianos que respondan al «deterioro moral» que experimenta su país anunciando con la vida valores evangélicos como el de la justicia, la verdad o la fidelidad.

El pontífice analizó algunos de los retos más urgentes que atraviesa la Iglesia católica en Colombia al recibir en audiencia a los obispos de Bogotá, Bucaramanga, Ibagué, Nueva Pamplona, Tunja y Villavicencio, que han cumplido con su quinquenal visita «ad limina apostolorum».

Sus palabras se basaban en los informes que los obispos le han presentado con este motivo, en los que se constata «el incremento de un fenómeno realmente preocupante, como es el deterioro moral».

«Se presenta de muy diversas formas y afecta a los más variados ámbitos de la vida personal, familiar y social, socavando la importancia intrínseca de una conducta moralmente recta y poniendo en serio peligro la autenticidad misma de la fe, que suscita y exige un compromiso coherente de vida; comporta y perfecciona la acogida y la observancia de los mandamientos divinos», aclaró el Santo Padre.

«Es un fenómeno debido, en parte, a ideologías que niegan al ser humano la capacidad de conocer con nitidez el bien y de ponerlo en práctica», explicó.

«Aunque, con más frecuencia, se trata de una conciencia ofuscada o que intenta justificar engañosamente la propia conducta, con el apoyo de un ambiente que, de forma deslumbrante, presenta falsos valores tendentes a ocultar o denigrar el bien supremo al que aspira la persona en lo más profundo de su corazón», indicó.

Como respuesta al fenómeno, el obispo de Roma encomendó a los prelados «proclamar la justicia, la verdad, la fidelidad o el amor al prójimo, en todas sus implicaciones concretas», como algo «inherente al anuncio evangélico en su integridad».

«Esta enseñanza, íntegra y en plena sintonía con la doctrina moral de la Iglesia, será mucho más fructuosa si va unida al ejemplo personal, el acompañamiento constante y el aliento incansable», les dijo el Santo Padre.

«Esto es importante especialmente en el presente momento histórico en el que, por una parte, la fuerza de voluntad se ve cercada por la tentación de una vida fácil y, por otra, la insistencia en los derechos oculta la necesidad de asumir los propios deberes y responsabilidades».

El ejemplo cristiano, subrayó, manifiesta «que la plenitud de vida según los criterios del Evangelio está en el ser y no en el tener».

«Asumir las propias obligaciones, aunque a veces sea costoso, es un requisito indispensable para afirmar la verdadera dignidad de la persona, lo que genera además una paz interior fruto del deber cumplido y del esfuerzo realizado por una causa justa», explicó.

«Una paz que se extiende también al entorno social y, en especial, a las instituciones, cuando éstas, basadas en un auténtico espíritu de servicio al bien común, están regidas por criterios de igualdad, justicia, honradez y verdad».

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ZENIT Staff

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