CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 17 octubre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II quiere que el Año de la Eucaristía, que comenzó este domingo, se convierta en un período de encuentro con Cristo para creyentes y no creyentes.

Así lo expresó en las palabras que dirigió a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus junto a los miles de peregrinos que se habían reunido en la plaza de San Pedro del Vaticano, en un soleado día de otoño, para felicitarle por sus 26 años de pontificado, cumplidos este sábado.

En su saludo, pronunciado con voz bastante clara, el pontífice recordó que en ese día se concluía en Guadalajara el Congreso Eucarístico Internacional, acontecimiento que ha marcado el inicio solemne del año eucarístico.

Pocas horas después, el Papa debía unirse por televisión desde la Basílica de San Pedro del Vaticano con ese acontecimiento, después de haber presidido la solemne misa inaugural y haber adorado con los peregrinos presentes en Roma la Eucaristía.

En la ciudad mexicana, explicó el Santo Padre, «durante ocho días se ha celebrado y adorado a la Eucaristía como "luz y vida del nuevo milenio". "Luz", porque en el misterio eucarístico se irradia la presencia de Cristo, Luz del mundo; "vida", porque, en la Eucaristía, Jesús se nos ha entregado como Pan de la vida».

«En el surco del Concilio Vaticano II y del Grande Jubileo del año 2000 --subrayó--, el Año de la Eucaristía quiere ser un tiempo fuerte de encuentro con Cristo, presente en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre».

«En este misterio --aclaró--, Él actualiza sacramentalmente su Sacrificio pascual, que ha redimido a la humanidad de la esclavitud del pecado y ha instaurado el Reino divino de amor, de justicia y de paz.

«De la Pascua de Cristo nace la Iglesia, que por este motivo "vive de la Eucaristía"», añadió recordando las primeras palabras de su última encíclica, «Ecclesia de Eucharistia», escrita el Jueves Santo de 2003.

El deseo del Papa, manifestado por él mismo al final de su intervención, es que este año, que concluirá con el Sínodo de obispos del mundo sobre la Eucaristía previsto para octubre de 2005, se convierta en «un momento de profunda conversión a Cristo y de intenso compromiso para difundir su mensaje de salvación».