Los pobres tienen hambre de pan y de Eucaristía

Afirma en su homilía el cardenal Marc Ouellet, arzobispo de Québec (Canadá)

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GUADALAJARA, domingo, 17 octubre 2004 (ZENIT.orgEl Observador).- Al llegar a su etapa final, el 48 Congreso Eucarístico Internacional vivió este sábado una celebración eucarística presidida por quien acogerá el próximo Congreso (2008), el cardenal Marc Ouellet, arzobispo de Québec y primado de Canadá.

La homilía del día, cuyo tema general fue «La Eucaristía, fuente de la evangelización», estuvo marcada por dos acontecimientos memorables: el 16 de octubre de 1978, elección del Papa Juan Pablo II en la sede de San Pedro y el 17 de octubre de 2004, inauguración del Año Eucarístico Internacional decretado por el Santo Padre en vistas de la evangelización del nuevo milenio.

«Entre estas dos fechas –constató el cardenal Ouellet–, veintiséis años de luminoso ministerio del sucesor de Pedro. Bendigamos a Dios por haber dado a la Iglesia un pastor como él, que conduce su rebaño a las fuentes de agua viva».

Más adelante, al centrar el tema de su homilía, el arzobispo primado de Canadá afirmó que «la Iglesia continuamente recibe su misión de la Eucaristía. En ella, su Maestro y Señor la engendra, la purifica, la alimenta y la envía en misión».

«La Iglesia –indicó el purpurado canadiense–, vive y se alimenta de esta Alianza, sellada con la sangre de Cristo, es más, tiene la misión de ofrecer esa Alianza a toda la humanidad. Éste es su mensaje esencial. Por esto la Eucaristía es el misterio de la fe por excelencia, es la síntesis de la evangelización, porque ella contiene todo el tesoro espiritual de la Iglesia, es decir, a Cristo mismo, nuestra Pascua».

«Esta Alianza contiene todos los elementos de la evangelización: el anuncio del Reino, la buena noticia de la misericordia, la proclamación de las bienaventuranzas, el fundamento del mandamiento nuevo, la fuente de la unidad de la Iglesia y la cumbre de su vida sacramental».

«La Eucaristía es así el punto culminante de la evangelización, su fin último y, por lo tanto, su fuente misma», recalcó el cardenal Ouellet, quien más adelante dijo que «la Eucaristía es la fuente de la evangelización porque ella sumerge sin cesar a la comunidad de los bautizados en el manantial del Amor Trinitario».

La Eucaristía «es el regalo del Amor que desciende del Padre de las luces por la cruz gloriosa de Jesús, quien asciende de retorno al cielo por su Corazón eucarístico que abraza a toda la humanidad, y la Iglesia es depositaria de esta fuente de amor universal que el mundo espera con dolor», añadió en una de las partes centrales de su homilía que fue seguida con interés y recogimiento por los miles de congresistas que abarrotaron la sede central de Expo Guadalajara.

El cardenal Ouellet afirmó que «el gran desafío de la evangelización se mide por el alcance universal de la Eucaristía. Ella convoca al compromiso más grande porque hace tomar parte en las realidades más profundas».

Finalmente, lanzó un llamado apremiante para evangelizar a nuestros pueblos y a todo el mundo pues hay millones de seres humanos que ignoran todavía la buena noticia de Jesucristo.

«La humanidad entera aspira al conocimiento y al amor de Jesús Eucaristía. Los pobres tienen hambre de pan y de Eucaristía. Que nuestro amor fraterno, que nuestro dinamismo misionero, que la unidad de la Iglesia revelen al mundo entero el corazón eucarístico de Jesús, Luz y Vida del Nuevo Milenio», concluyó el cardenal Ouellet.

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ZENIT Staff

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