CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 octubre 2004 (ZENIT.org).- Si la voz de Juan Pablo II y de la Iglesia es «poco escuchada» hoy esto se debe en parte a «potentes grupos de presión culturales, económicos y políticos», constató este lunes el cardenal Renato R. Martino.
El presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz hizo su denuncia al presentar en la Sala de Prensa de la Santa Sede el libro «Juan Pablo II y los desafíos de la diplomacia pontificia», en el que se recoge una antología de textos del pontífice.
Según el purpurado italiano hoy existen «nuevas santas inquisiciones llenas de dinero y de arrogancia» que se mueven «por el prejuicio contra todo lo que es cristiano».
El cardenal Martino constató las «ambigüedades presentes hoy en las reivindicaciones de los derechos del hombre» para explicar que «las voces del Santo Padre y de la Iglesia católica son poco escuchadas, especialmente en los países ricos».
«Incluso se les hace desaparecer deliberadamente, sumergiéndolas en el ruido orquestado por poderosos grupos de presión [lobbies] culturales, económicos y políticos, movidos sobre todo por el prejuicio hacia todo lo que es cristiano», constató.
En la labor contra la Iglesia católica de estas «nuevas santas inquisiciones, llenas de dinero y arrogancia», «si sirve para acallar la voz todo método es lícito: desde la intimidación hasta el desprecio público, desde la discriminación cultural hasta la marginación».
En particular, Martino citó la tenacidad «con la que estos grupos de presión promueven la confusión de papeles en la identidad de género, abofeteando al matrimonio entre el hombre y la mujer, disparando contra la vida que se convierte así en objeto de las más locas experimentaciones».
Ante los periodistas que le pidieron dar ejemplos concretos de la acción de estos grupos de presión, el cardenal no citó el caso de candidato a comisario de la Unión Europea, Rocco Buttiglione, sino que se limitó a mencionar la «democracia adulterada» que se basa en el axioma «si no estás de acuerdo con nosotros, ¡fuera!».
«No tenemos que sorprendernos de casos como el acaecido en Europa», comentó por último, mostrándose de acuerdo con las declaraciones del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, al expresar la «preocupación» de la Santa Sede por estos episodios (Cf. Zenit, 15 de octubre de 2004).