Amar y evangelizar a los excluidos exige vida interior, constata el Papa

Recibe en audiencia a las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 25 octubre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II alentó este lunes a las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, congregación particularmente comprometida en la ayuda a los excluidos, a ser testigos de la redención de Cristo en un mundo que parece interesarse únicamente por el «éxito inmediato».

Las religiosas, encabezadas por la nueva superiora general, la madre Julia Apesteguía Mariaezcurrena, fueron recibidas en audiencia con motivo de su Capítulo General, que se celebra del 1 al 30 de octubre en Roma con la participación de 43 religiosas capitulares. El tema es «La terciaria capuchina, enviada a anunciar a Jesucristo en un mundo globalizado».

El encuentro coincide con el 150 aniversario del nacimiento del fundador, el venerable capuchino español Luis Amigó y Ferrer (1854-1934), quien también dio origen a los Terciarios Capuchinos para el amparo de la juventud excluida. En 1907 sería nombrado obispo y desarrolló su labor apostólica en Segorbe (Castellón).

«Son dos acontecimientos significativos que os ofrecen la oportunidad de dar nuevo vigor a la experiencia espiritual del propio carisma e impulsar vuestra misión evangelizadora característica», reconoció el Papa.

Los terciarios y terciarias han sido pioneros en la pedagogía reeducativa y en la creación de centros de reforma (o reformatorios) para niños y jóvenes con problemas penales. De este modo, han contribuido en España y países de América Latina al desarrollo de legislaciones para menores y en la creación de tribunales tutelares de menores.

Dirigen en Medellín (Colombia) la Fundación Universitaria Luis Amigó, la única universidad del mundo que imparte estos estudios específicos.

Las hermanas terciarias desempeñan, además, su apostolado entre los más pobres y en particular entre menores en situación de riesgo. Entre sus obras, hay guarderías infantiles y colegios; iniciativas de carácter sanitario y en la pastoral parroquial de zonas marginales.

Juan Pablo II en las palabras que les dirigió en español expresó a las religiosas «el sincero reconocimiento de la Iglesia por vuestra labor en favor de los más necesitados, los ancianos y enfermos, los jóvenes y niños necesitados de amparo, educación alegría de vivir y creer en Cristo».

«Por vuestra trayectoria espiritual –recordó– sabéis que la salvación verdadera, la que no tiene límites ni caduca en el tiempo, sólo se obtiene con la redención, aunque esto contraste con una mentalidad que, a menudo, tiene únicamente en cuenta la promoción y el éxito inmediato».

El Papa invitó a las terciarias capuchinas a «intensificar cada día más la unión con Cristo mediante la contemplación y oración asidua y a dar vitalidad a vuestros trabajos imitando su actitud redentora, pues cuanto más se vive de Cristo, tanto mejor se le puede servir en los demás».

«Además, desde una honda y rica experiencia interior, será más fácil transmitir el atractivo que Jesús despierta en las nuevas generaciones, insinuando en ellas esa voz penetrante de la vocación, como la de aquellos discípulos llamados «para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar»», concluyó.

Las Terciarias Capuchinas cuentan con más de 1.400 religiosas y novicias.

Del carisma de monseñor Luis Amigó ha surgido además el Movimiento laical Amigoniano, formado por jóvenes y adultos de ambos sexos. Mäs información en ').insertAfter("div.entry-content").css({'display': 'block', 'width' : 'auto', 'height' : 'auto', 'margin-bottom' : '18px' , 'text-align' : 'center' }); /* Multiple style */

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ZENIT Staff

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