BURURI, lunes, 25 octubre 2004 (ZENIT.org).- Fuentes de la agencia «Fides» de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos han denunciado la premeditación en el asesinato, el pasado 18 de octubre, del vicario episcopal para la zona de Makamba (en la diócesis burundesa de Bururi), el padre Gerard Nzeyimana.
Ese día, el vehículo del sacerdote de origen tutsi --muy conocido por sus valientes denuncias frente a los autores de violencia contra la población en estos 11 años de guerra civil en Burundi--, de regreso de Bujumbura, fue detenido por algunos hombres armados en los alrededores de Nyanza-lac, en el sur del país (Cf. Zenit, 20 de octubre de 2004).
«Los asesinos, después de haber detenido el automóvil con el sacerdote y cuatro mujeres --tres monjas y una joven--, tomaron el pasaporte del sacerdote y compararon durante un buen rato la fotografía del documento con la cara del sacerdote para cerciorarse de que era realmente él», relatan las fuentes de «Fides».
«Una vez que estuvieron seguros de su identidad, le hicieron bajar del coche y le mataron con un disparo en la nuca». «Se trata de un homicidio premeditado», declaran.
Aún se desconoce la identidad de los asesinos, pero «la opinión general es que se trata de rebeldes de las “Fuerzas de Liberación Nacional” (FLN)», apuntan.
EL FNL, el segundo grupo armado hutu en número y dimensiones del país, no ha firmado ningún acuerdo de paz con el gobierno, a diferencia del «Frente para la Defensa de la Democracia» (FDD), que estaba considerado como el mayor movimiento de guerrilla hutu en Burundi. EL FDD ratificó un acuerdo con el gobierno en 2003 y ha entrado a formar parte del gobierno de transición.
El miércoles pasado, en la catedral de Bururi, se celebró el funeral por el padre Nzeyimana. «Hemos perdido a otro hombre de paz», lamentó un sacerdote presente en la celebración.
Y es que Burundi fue el escenario donde por primera vez era asesinado un representante papal cuando el 29 de diciembre de 2003 cayó en una emboscada el arzobispo irlandés de 58 años, monseñor Michael Courtney. El nuncio apostólico había sido un gran promotor de la paz en medio de la guerra civil que azota el país africano
Por su parte –añadió el sacerdote desde Bururi-- «el padre Gerard era muy querido por todos. Las 8.000 personas presentes en las exequias lo testimonian». No sólo católicos participaron en los actos; una delegación protestante cantó en la Misa y representantes de la comunidad musulmana elevaron una oración en el momento del entierro.
Una «verdadera fuerza de la naturaleza» era el desaparecido vicario episcopal: «Tenia 65 años pero parecía tener 20 menos. Trabajaba en la promoción de la paz y denunciaba cualquiera mal viniera de donde viniera --añadió--. En la actualidad trabajaba en un proyecto en su vicariato concerniente a la enseñanza de la cultura de la paz con vistas a las próximas elecciones generales».
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Oct 25, 2004 00:00