CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 3 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Cristo es la clave para descifrar la historia, consideró Juan Pablo II este miércoles durante la audiencia general.
El Santo Padre comentó en su tradicional catequesis el «Himno de los redimidos», tomado de los capítulos cuarto y quinto del Apocalipsis, recitado en la Liturgia de las Vísperas, oración de la Iglesia en el anochecer.
Al dirigirse a unos 8.500 fieles, el Papa constató los dos «elementos fundamentales» del cántico y que constituyen las dos grandes momentos de la acción de Dios en la historia: la creación, y la redención.
«La creación revela la inmensa potencia de Dios. Como dice el libro de la Sabiduría, «de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su autor»», explicó.
«Por este motivo, es un deber elevar el cántico de alabanza al Creador para celebrar su gloria», añadió.
El segundo elemento, la redención, es presentado en el himno con la sobrecogedora imagen de Cristo, «Cordero inmolado»,
Como explica el Apocalipsis, él «es capaz de descifrar el sentido de la historia: abre los «sellos» del libro secreto que contiene el proyecto querido por Dios».
«No es sólo una obra de interpretación, sino también un acto de cumplimiento y liberación. Dado que ha sido «degollado», ha podido «comprar» a los hombres de todo origen», subrayó.
De este modo, «el Cordero ha constituido para Dios «un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra», y este reino está abierto a toda la humanidad, llamada a formar la comunidad de los hijos de Dios».
El cántico se refiere a ese «sacerdocio común», propio de todos los bautizados, aclaró el obispo de Roma, por el cual, según el Concilio Vaticano II, los fieles «participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante» (Lumen gentium, n. 10).
El Santo Padre calificó la conclusión del himno como «momento de la contemplación pura, de la alabanza gozosa, del canto de amor a Cristo en su misterio pascual». Es lo que se experimenta, dijo, en la liturgia, que permite unirse «ya en cierto sentido, más allá de los signos, en la liturgia celeste, donde la celebración es enteramente comunión y fiesta».
Juan Pablo II se encontraba en discretas condiciones físicas y, como ya es costumbre, leyó sólo algunos de los pasajes del largo texto que había preparado en italiano. Se dirigió a los peregrinos en trece idiomas.
Dio una vuelta por la plaza de San Pedro en papamóvil para saludar a los presentes y pidió que se detuviera el vehículo en una ocasión para poder encontrarse más de cerca con uno de los niños.
Al final de la audiencia, agradeció los mensajes de felicitación que está recibiendo con motivo de su santo, que celebrará este jueves, día de san Carlos (Karol) Borromeo. En el Vaticano, será un día de fiesta.
Con su intervención, continuó con la serie de meditaciones que desde hace meses ofrece sobre cánticos y salmos de la Liturgia de las Vísperas. Pueden consultarse en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).