El triple desafío de la inculturación del Evangelio en África, según el cardenal Poupard

Concluye en Johannesburgo el encuentro convocado por el Consejo Pontificio para la Cultura

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JOHANNESBURGO/ROMA, jueves, 4 noviembre 2004 (ZENIT.org).- La inculturación del Evangelio es un desafío que puede incluso dar respuesta a la «amenaza» que para los africanos representa la globalización, constata el cardenal Paul Poupard a su regreso del encuentro en Johannesburgo de miembros y consultores africanos del Consejo Pontificio para la Cultura con los obispos responsables de esta pastoral en África meridional.

Dar un nuevo impulso a la pastoral de la cultura a partir del tema «Una sola familia de Dios en la diversidad de las culturas» ha sido del objetivo de la reunión en la ciudad sudafricana del 27 al 30 de octubre. La cita es parte de una serie de iniciativas orientadas a promover esta pastoral en diferentes partes del mundo.

En esta ocasión, se ha prestado particular atención a la evangelización de las culturas, con especial énfasis en las cuestiones relativas a la unidad y la diversidad, explica el dicasterio.

Además –prosigue–, «en el contexto actual, fuertemente marcado por el fenómeno de la globalización, la Iglesia se esfuerza por promover la diversidad cultural en la unidad de la fe en Cristo, y la difusión de la cultura de la solidaridad y de la fraternidad».

El presidente del dicasterio organizador, el cardenal Poupard, pronunció la intervención central del encuentro: «He hablado de la inculturación –explicó a «Radio Vaticana»–. El mayor desafío al respecto consiste en la interiorización de la fe para llegar a producir frutos auténticamente africanos, en la comunión de la catolicidad».

«En segundo lugar –añadió–, la inculturación es simultánea a la evangelización, y por esto el ejemplo a seguir es la pedagogía de Cristo con la samaritana, que tenía una sed que satisfacer, pero Cristo supo llevarla, de este deseo natural, al agua viva».

«El tercer punto podemos decir que es esta interiorización del doble mandamiento del amor, que se radicaliza en Cristo en el amor a los enemigos», haciendo referencia «siempre a la filosofía, a la sabiduría de las poblaciones africanas», apuntó el purpurado.

Este proceso se desarrolla en un contexto en que la globalización «se presenta para muchos como una amenaza, frente a la cual los obispos han subrayado la importancia de la pertenencia a la cultura propia de la Iglesia. No basta, de hecho, decir cultura africana. Es necesario decir cultura cristiana vivida de manera africana», especificó.

«Esto es necesario –constató el cardenal Poupard– para combatir lo que evidentemente es vivido como una amenaza, no sólo económica, sino también cultural y espiritual».

Además, por su parte, África puede dar a la cultura mundial «precisamente este sentido fuerte de pertenencia a esta familia de familias», así como «el sentido de lo sagrado, que es un sentido grande del Dios Creador», admitió el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

En este sentido, recién llegado de Sudáfrica, manifestó: «Me he quedado muy impresionado por las distintas celebraciones eucarísticas, que he tenido la gracia de presidir, de las que las más emblemáticas han sido las de Lesotho, lugar histórico de la resistencia al apartheid, y Ciudad del Cabo: aquí he podido encontrar una comunidad de seminaristas formada por blancos y negros, perfectamente integrados, que han celebrado juntos las maravillas de Dios».

Y es que el purpurado califica el encuentro entre el Evangelio y África como «un inmenso canto de alabanza al Señor»: «Al alba del nuevo milenio la Iglesia en África cuenta con santos y está pastoreada por obispos que en un 85% son africanos, tiene numerosas, numerosísimas vocaciones sacerdotales y religiosas y más de 130 millones de fieles».

«Han sido los propios obispos africanos –relata– los que han subrayado la acción de la gracia del Señor a través de los misioneros, que a precio de inmensos sacrificios han sabido llevar la invitación evangélica, y a través de tantos cristianos africanos que han sufrido y siguen sufriendo por su fe, pero siempre con un sentimiento grande de alabanza al Señor».

El encuentro de Johannesburgo ha dado luz verde a tres proyectos concretos: una sesión para formadores de seminario, traducción en las distintas lenguas africanas del patrimonio cultural local y sobre todo de la sabiduría popular y, finalmente, una primera reunión de los centros culturales católicos en África.

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ZENIT Staff

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