MADRID, martes, 9 noviembre 2004 (ZENIT.org–Veritas).- El arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco comenzó este martes su homilía durante la misa en honor de la patrona de Madrid, la Virgen de la Almudena, exaltando el especial consuelo que los fieles madrileños encontraron en su Patrona «en este año en el que nuestra ciudad ha experimentado una de las tragedias más dolorosas de nuestra historia a causa de los atentados terroristas».
El arzobispo de Madrid se refirió luego a la gravedad de la «crisis cultural, humana y espiritual», que afecta tanto a España como a Europa, y que sintetizó como una «crisis del espíritu, que deja al hombre sin horizontes de trascendencia y que pretende, como el Papa ha advertido repetidamente, arrancar a Dios de nuestra sociedad y de la vida ordinaria».
El prelado afirmó que «en estas circunstancias» es necesario acudir a la Virgen para que ayude a los cristianos a seguir «siendo testigos y artífices vivos y auténticos».
El cardenal Rouco sostuvo también durante la homilía que »una sociedad que da la espalda a la Ley de Dios termina por deshumanizar al hombre y volverse contra el mismo hombre, contra su inviolable dignidad y sus derechos más sagrados».
«Cuando la Iglesia defiende la verdad sobre el hombre frente a todos los ataques que se dirigen contra su vida y muerte natural, contra los derechos fundamentales de la persona, contra la institución matrimonial y familiar, contra el verdadero sentido de la sexualidad humana, no hace sino reconocer que nadie puede manipular la condición humana tal como ésta ha sido pensada y creada por Dios», afirmó.
«Es preciso, por tanto –añadió el cardenal– que los cristianos demos testimonio de la verdad integral sobre el hombre sin dejarnos arrastrar por ideologías que, bajo pretexto de defender pretendidas versiones, calificadas de progreso, de los derechos de la persona, conducen a su deterioro y aniquilamiento».
Según el prelado se trata de »ideologías que nacen de un desconocimiento de la persona humana, y que la abocan a la negación de sí misma como imagen y semejanza de Dios».
Para el cardenal Rouco, el amor al hombre, «tal como éste ha salido de las manos de Dios, nos llevará a ser testigos de su amor en el matrimonio y la familia, entre los más pobres y necesitados, entre los marginados, entre los que hay que contar a los ancianos que son abandonados o cuya muerte se desea, y hasta se busca, por resultar incómodos para nuestra sociedad».
El arzobispo, afirmó que la Iglesia de Madrid quiere ser «el lugar donde todo madrileño, habitante o transeúnte en nuestra ciudad, sepa dónde puede encontrar y experimentar la cercanía de Cristo».
El cardenal Rouco puso a la Virgen como modelo de «la fidelidad martirial tan necesaria en nuestro tiempo» y se refirió a los cristianos que «huyen o se desalientan ante la dificultad» diciendo que «lejos de confesar valientemente su fe, se pierden por los falsos caminos de la ignorancia de Dios, del olvido de sus raíces cristianas, e incluso de la soberbia displicencia ante las exigencias morales del Evangelio».
«También hoy muchos cristianos prefieren adaptar las exigencias morales del Evangelio a la mentalidad subjetiva y relativista de nuestro tiempo», dijo recordando su similitud con algunos de los primeros oyentes de la predicación de Cristo.