WASHINGTON, miércoles, 17 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Tras la muerte de una mujer provocada por la píldora abortiva, la decisión gubernamental de cambiar la etiqueta del fármaco RU-486 no es suficiente, dijo una colaboradora de los obispos de Estados Unidos.
«El RU-486 no necesita una etiqueta mejor sino que debe ser retirado», dijo Cathy Cleaver Ruse, portavoz del Secretariado Pro-Vida de los obispos de Estados Unidos.
«Las jóvenes confían en los fármacos aprobados por la FDA (Food and Drug Administration). ¿Cuántas tendrán que morir antes de que esta medicina asesina sea retirada del mercado?», se preguntó Ruse este lunes.
A raíz de esta muerte, se han anunciado cambios en la etiqueta del RU-486, afirmando que la nueva incluirá información sobre «el riesgo de graves infecciones de tipo bactérico, sepsis, hemorragias y muerte que podrían surgir en una interrupción del embarazo cuando incluye el uso de Mifeprex».
El fármaco estaba ya siendo investigado tras la muerte, el año pasado, de una adolescente, Holly Patterson, a la que le fue proporcionado por una clínica «Planned Parenthood» de California.
Según un informe del condado de Alameda, Patterson murió por un shock séptico tras el aborto inducido por el fármaco.
Su padre dijo a los periodistas: «Del embarazo no se sale como de un apuro, no hay píldoras mágicas... Le dijeron que el fármaco era seguro y la mataron».
Este fármaco tuvo también que ver con la muerte de otra mujer estadounidense, Brenda Vise.
Los ensayos con la píldora RU-486 fueron suspendidos en 2001, tras la muerte de una mujer a causa de shock séptico. Según la FDA, los ensayos en Estados Unidos excluían a mujeres de menos de 18 años, debido a los posibles riesgos para su salud.
El año pasado, el diputado de Estados Unidos, Jim DeMint de Carolina del Sur y el senador Sam Brownback de Kansas presentaron la llamada «Holly's Law» para suspender la aprobación de la RU-486 hasta que se investigara su seguridad.
La ley todavía no ha sido votada y la FDA no ha suspendido la aprobación del fármaco durante esta investigación.
«La RU-486 era la ‘píldora mágica’ para hacer desaparecer a los niños y ahora las jóvenes son sus últimas víctimas. Debe ser suspendida», concluyó Ruse.
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Nov 17, 2004 00:00